Hola, queridos hermanos,
el tema sobre la virginidad, es uno de mis favoritos!!..
El vocablo "virginidad" hasta causa sensación en nuestros días, no porque sea admirada, asumida o practicada por las mayorías, sino porque suena arcaico, retrógrado, hasta enfermizo, incluso sicótico - obviamente, esgrimiendo sus seudos argumentos-, en fin.
Sí, nuestra sociedad hedonista, consumista e hipersexualizada hasta los tuétanos, pues, que otra opinión podría tener sobre la "virginidad". Si precisamente la "virginidad", "castidad", "celibato" y conductas afines difieren en 360º de su modus vivendi.
Pero Dios, en su infinita sabiduría a través de la Madre del redentor, nos muestra un camino hermoso y paradisiaco, un estilo de camino en el cuál Él siempre está y estará presente, pues, precisamente Él mismo es la fuente de inspiración y coraje para ir contracorriente en este mundo tan volátil y superfluo que nos circunda !! : LA VIRGINIDAD!!...
Queridos hermanos, de mi propia experiencia solo les puedo decir, que es simplemente maravilloso!!..
Pero debemos recordar, que el mismo Cristo marcó un camino para el Cielo: "la puerta angosta", lo cuál implica un camino de oración, ascetismo, en suma, un camino de bienaventuranzas!!..
Si Dios, te quiere por el camino de la "virginidad", Él mismo te dará los medios, la gracia...pero, eso sí cada uno de nosotros debe ser "esa(e) virgen prudente y sabia(o)" del relato evangélico, que nos dejó el mismo Jesús de Nazareth en sus Evangelios !!..
A continuación les dejo, una reflexión al respecto de nuestro queridísimo, san Juan Pablo II, El Grande, al respecto...
Que disfruten de la meditación del texto y que sean muy dóciles a las inspiraciones del Santo Espíritu de Dios sobre cada uno de vosotros....hasta la próxima!!
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 7 de agosto de 1996
María, modelo de virginidad
1. El propósito de virginidad, que se vislumbra en las palabras de María en el momento de la Anunciación, ha sido considerado tradicionalmente como el comienzo y el acontecimiento inspirador de la virginidad cristiana en la Iglesia.
San Agustín no reconoce en ese propósito el cumplimiento de un precepto divino, sino un voto emitido libremente.
De ese modo se ha podido presentar a María como ejemplo a las santas vírgenes en el curso de toda la historia de la Iglesia.
María "consagró su virginidad a Dios, cuando aún no sabía lo que debía concebir, para que la imitación de la vida celestial en el cuerpo terrenal y mortal se haga por voto, no por precepto, por elección de amor, no por necesidad de servicio" (De Sancta Virg., IV, 4; PL 40, 398).
El ángel no pide a María que permanezca virgen; es María quien revela libremente su propósito de virginidad.
En este compromiso se sitúa su elección de amor, que la lleva a consagrarse totalmente al Señor mediante una vida virginal.
Al subrayar la espontaneidad de la decisión de María, no debemos olvidar que en el origen de cada vocación está la iniciativa de Dios.
La doncella de Nazaret, al orientarse hacia la vida virginal, respondía a una vocación interior, es decir, a una inspiración del Espíritu Santo que la iluminaba sobre el significado y el valor de la entrega virginal de sí misma.
Nadie puede acoger este don sin sentirse llamado y sin recibir del Espíritu Santo la luz y la fuerza necesarias.
2. Aunque san Agustín utilice la palabra voto para mostrar a quienes llama santas vírgenes el primer modelo de su estado de vida, el Evangelio no testimonia que María haya formulado expresamente un voto, que es la forma de consagración y entrega de la propia vida a Dios, en uso ya desde los primeros siglos de la Iglesia.
El Evangelio nos da a entender que María tomó la decisión personal de permanecer virgen, ofreciendo su corazón al Señor.
Desea ser su esposa fiel, realizando la vocación de la "hija de Sión".
Sin embargo, con su decisión se convierte en el arquetipo de todos los que en la Iglesia han elegido servir al Señor con corazón indiviso en la virginidad.
Ni los evangelios, ni otros escritos del Nuevo Testamento, nos informan acerca del momento en el que María tomó la decisión de permanecer virgen.
Con todo, de la pregunta que hace al ángel se deduce con claridad que, en el momento de la Anunciación, dicho propósito era ya muy firme.
María no duda en expresar su deseo de conservar la virginidad también en la perspectiva de la maternidad que se le propone, mostrando que había madurado largamente su propósito.
En efecto, María no eligió la virginidad en la perspectiva, imprevisible, de llegar a ser Madre de Dios, sino que maduró su elección en su conciencia antes del momento de la Anunciación.
Podemos suponer que esa orientación siempre estuvo presente en su corazón: la gracia que la preparaba para la maternidad virginal influyó ciertamente en todo el desarrollo de su personalidad, mientras que el Espíritu Santo no dejó de inspirarle, ya desde sus primeros años, el deseo de la unión más completa con Dios.
3. Las maravillas que Dios hace, también hoy, en el corazón y en la vida de tantos muchachos y muchachas, las hizo, ante todo, en el alma de María.
También en nuestro mundo, aunque esté tan distraído por la fascinación de una cultura a menudo superficial y consumista, muchos adolescentes aceptan la invitación que proviene del ejemplo de María y consagran su juventud al Señor y al servicio de sus hermanos.
Esta decisión, más que renuncia a valores humanos, es elección de valores más grandes. A este respecto, mi venerado predecesor Pablo VI, en la exhortación apostólica Marialis cultus, subrayaba cómo quien mira con espíritu abierto el testimonio del Evangelio "se dará cuenta de que la opción del estado virginal por parte de María (...) no fue un acto de cerrarse a algunos de los valores del estado matrimonial, sino que constituyó una opción valiente, llevada a cabo para consagrarse totalmente al amor de Dios" (n. 37).
Esto es particularmente evidente en María. Aunque antes de la Anunciación no era consciente de ella, el Espíritu Santo le inspira su consagración virginal con vistas a Cristo: permanece virgen para acoger con todo su ser al Mesías Salvador.
La virginidad comenzada en María muestra así su propia dimensión cristocéntrica, esencial también para la virginidad vivida en la Iglesia, que halla en la Madre de Cristo su modelo sublime.
Aunque su virginidad personal, vinculada a la maternidad divina, es un hecho excepcional, ilumina y da sentido a todo don virginal.
4. ¡Cuántas mujeres jóvenes, en la historia de la Iglesia, contemplando la nobleza y la belleza del corazón virginal de la Madre del Señor, se han sentido alentadas a responder generosamente a la llamada de Dios, abrazando el ideal de la virginidad!
"Precisamente esta virginidad ―como he recordado en la encíclica Redemptoris Mater―, siguiendo el ejemplo de la Virgen de Nazaret, es fuente de una especial fecundidad espiritual: es fuente de la maternidad en el Espíritu Santo" (n. 43).
La vida virginal de María suscita en todo el pueblo cristiano la estima por el don de la virginidad y el deseo de que se multiplique en la Iglesia como signo del primado de Dios sobre toda realidad y como anticipación profética de la vida futura.
Demos gracias juntos al Señor por quienes aún hoy consagran generosamente su vida mediante la virginidad, al servicio del reino de Dios.
Al mismo tiempo, mientras en diversas zonas de antigua evangelización el hedonismo y el consumismo parecen disuadir a los jóvenes de abrazar la vida consagrada, es preciso pedir incesantemente a Dios, por intercesión de María, un nuevo florecimiento de vocaciones religiosas.
Así, el rostro de la Madre de Cristo, reflejado en muchas vírgenes que se esfuerzan por seguir al divino Maestro, seguirá siendo para la humanidad el signo de la misericordia y de la ternura divinas.
FUENTE BILIOGRÁFICA : Vatican news
SAN JOSÉ, CUSTODIO DE VÍRGENES,
ruega por nosotros!!..
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