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SANTO PADRE :

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SANTO PADRE : ORAMOS POR TI !!....

mercoledì 25 settembre 2024

Santa Teresita del Niño Jesús. BENEDÍCTO XVI. (1º de octubre)




Queridos hermanos,

que la Patrona de las misiones, aquella mujer que nunca salió de su convento, sea siempre fuente de inspiración para amar la Palabra de Dios, fue la fuente de donde bebía para fortalecer su vocación día a día. 

Tenía muy presente la fuerza de Cristo sacramentado y fue su manantial de Vida Eterna.

Su amor a la santa Madre Iglesia, su misión descubierta en ella como centro de amor hacia el mundo, sea también para cada uno de nosotros un modelo de inspiración en nuestro camino de FE. Que como ella intercedamos por nuestros hermanos necesitados, y,  por la santidad de vida de todos nuestros hermanos sacerdotes en el mundo entero.

Les dejo un texto sobre ella, de nuestro queridísimo Benedícto XVI, que lo disfruten...



BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles 6 de abril de 2011



 


Santa Teresita del Niño Jesús


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero hablaros de santa Teresa de Lisieux, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, que sólo vivió en este mundo 24 años, a finales del siglo XIX, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero que, después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas. 





«Teresita» no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual, hasta el punto de que el venerable Juan Pablo II, en 1997, quiso darle el título de doctora de la Iglesia, añadiéndolo al de patrona de las misiones, que ya le había otorgado Pío XI en 1927. 




Mi amado predecesor la definió «experta en la scientia amoris» (Novo millennio ineunte, 42). Esta ciencia, que ve resplandecer en el amor toda la verdad de la fe, Teresa la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma. 




Es un libro que inmediatamente tuvo un enorme éxito, fue traducido a muchas lenguas y difundido en todo el mundo. Quiero invitaros a redescubrir este pequeño gran tesoro, este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido. 




De hecho, Historia de un alma es una maravillosa historia de Amor, narrada con tanta autenticidad, sencillez y lozanía que el lector no puede menos de quedar fascinado ante ella. ¿Cuál es ese Amor que colmó toda la vida de Teresa, desde su infancia hasta su muerte? Queridos amigos, este Amor tiene un rostro, tiene un nombre: ¡es Jesús! La santa habla continuamente de Jesús. Recorramos, pues, las grandes etapas de su vida, para entrar en el corazón de su doctrina.




Teresa nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, una ciudad de Normandía, en Francia. 





Era la última hija de Luis y Celia Martin, esposos y padres ejemplares, beatificados juntos el 19 de octubre de 2008. Tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en edad temprana. 




Quedaron las cinco hijas, que se hicieron todas religiosas. Teresa, a los 4 años, quedó profundamente afectada por la muerte de su madre (MS, A 13r). El padre, junto con las hijas, se trasladó entonces a la ciudad de Lisieux, donde se desarrollaría toda la vida de la santa. Más tarde Teresa, atacada por una grave enfermedad nerviosa, se curó por una gracia divina, que ella misma definió como «la sonrisa de la Virgen» (ib., 29v-30v). 




Recibió la primera Comunión, vivida intensamente (ib., 35r), y puso a Jesús Eucaristía en el centro de su existencia.




La «Gracia de Navidad» de 1886 marca un giro de 180 grados, que ella llama su «completa conversión» (ib., 44v-45r). De hecho, se cura totalmente de su hipersensibilidad infantil e inicia una «carrera de gigante». 




A la edad de 14 años, Teresa se acerca cada vez más, con gran fe, a Jesús crucificado, y se toma muy en serio el caso, aparentemente desesperado, de un criminal condenado a muerte e impenitente (ib., 45v-46v). «Quería a toda costa impedirle que cayera en el infierno», escribe la santa, con la certeza de que su oración lo pondría en contacto con la Sangre redentora de Jesús. 



Es su primera y fundamental experiencia de maternidad espiritual: «Tanta confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús», escribe. 




Con María santísima, la joven Teresa ama, cree y espera con «un corazón de madre» (cf. PR 6/10r).




En noviembre de 1887, Teresa va en peregrinación a Roma junto a su padre y su hermana Celina (ib., 55v-67r). Para ella, el momento culminante es la audiencia del Papa León XIII, al que pide permiso de entrar, con apenas 15 años, en el Carmelo de Lisieux. 




Un año después, su deseo se realiza: se hace carmelita, «para salvar las almas y rezar por los sacerdotes» (ib., 69v). 




Al mismo tiempo, comienza la dolorosa y humillante enfermedad mental de su padre. Es un gran sufrimiento que conduce a Teresa a la contemplación del rostro de Jesús en su Pasión (ib., 71rv). De esta manera, su nombre de religiosa —sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz— expresa el programa de toda su vida, en la comunión con los misterios centrales de la Encarnación y la Redención. 




Su profesión religiosa, en la fiesta de la Natividad de María, el 8 de septiembre de 1890, es para ella un verdadero matrimonio espiritual en la «pequeñez» del Evangelio, caracterizada por el símbolo de la flor: «¡Qué fiesta tan hermosa la de la Natividad de María para convertirme en esposa de Jesús!» —escribe—. 





Era la Virgencita recién nacida quien presentaba su florecita al Niño Jesús» (ib., 77r). Para Teresa, ser religiosa significa ser esposa de Jesús y madre de las almas (cf. MS B, 2v). Ese mismo día, la santa escribe una oración que indica toda la orientación de su vida: pide a Jesús el don de su Amor infinito, el don de ser la más pequeña, y sobre todo pide la salvación de todos los hombres: «Que hoy no se condene ni una sola alma» (PR 2). 





Es de gran importancia su Ofrenda al Amor misericordioso, que hizo en la fiesta de la Santísima Trinidad de 1895 (MS A, 83v-84r; PR 6): una ofrenda que Teresa comparte enseguida con sus hermanas, siendo ya vice-maestra de novicias.




Diez años después de la «Gracia de Navidad», en 1896, llega la «Gracia de Pascua», que abre el último período de la vida de Teresa, con el inicio de su pasión en profunda unión a la Pasión de Jesús; se trata de la pasión del cuerpo, con la enfermedad que la llevaría a la muerte en medio de grandes sufrimientos, pero sobre todo se trata de la pasión del alma, con una dolorosísima prueba de la fe (MS C, 4v-7v). 




Con María al pie de la cruz de Jesús, Teresa vive entonces la fe más heroica, como luz en las tinieblas que le invaden el alma. La carmelita es consciente de vivir esta gran prueba por la salvación de todos los ateos del mundo moderno, a los que llama «hermanos». 




Vive, entonces, más intensamente el amor fraterno (8r-33v): hacia las hermanas de su comunidad, hacia sus dos hermanos espirituales misioneros, hacia los sacerdotes y hacia todos los hombres, especialmente los más alejados. 



Se convierte realmente en una «hermana universal». Su caridad amable y sonriente es la expresión de la alegría profunda cuyo secreto nos revela: «Jesús, mi alegría es amarte a ti» (P 45/7). En este contexto de sufrimiento, viviendo el amor más grande en las cosas más pequeñas de la vida diaria, la santa realiza en plenitud su vocación de ser el Amor en el corazón de la Iglesia (cf. MS B, 3v).





Teresa muere la noche del 30 de septiembre de 1897, pronunciando las sencillas palabras: «¡Dios mío, os amo!», mirando el crucifijo que apretaba entre sus manos. 





Estas últimas palabras de la santa son la clave de toda su doctrina, de su interpretación del Evangelio. El acto de amor, expresado en su último aliento, era como la respiración continua de su alma, como el latido de su corazón. Las sencillas palabras «Jesús, te amo» están en el centro de todos sus escritos. El acto de amor a Jesús la sumerge en la Santísima Trinidad. Ella escribe: «Lo sabes, Jesús mío. Yo te amo. Me abrasa con su fuego tu Espíritu de Amor. Amándote yo a ti, atraigo al Padre» (P 17/2).




Queridos amigos, también nosotros, con santa Teresa del Niño Jesús, deberíamos poder repetir cada día al Señor, que queremos vivir de amor a él y a los demás, aprender en la escuela de los santos a amar de una forma auténtica y total. 




Teresa es uno de los «pequeños» del Evangelio que se dejan llevar por Dios a las profundidades de su Misterio. Una guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos. 




Con la humildad y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de la Sagrada Escritura que contiene el Misterio de Cristo.





 Y esta lectura de la Biblia, alimentada con la ciencia del amor, no se opone a la ciencia académica. De hecho, la ciencia de los santos, de la que habla ella misma en la última página de la Historia de un alma, es la ciencia más alta: «Así lo entendieron todos los santos, y más especialmente los que han llenado el universo con la luz de la doctrina evangélica. 





¿No fue en la oración donde san Pablo, san Agustín, san Juan de la Cruz, santo Tomás de Aquino, san Francisco, santo Domingo y tantos otros amigos ilustres de Dios bebieron aquella ciencia divina que cautivaba a los más grandes genios?» (MS C, 36r). 




La Eucaristía, inseparable del Evangelio, es para Teresa el sacramento del Amor divino que se rebaja hasta el extremo para elevarnos hasta él. En su última Carta, sobre una imagen que representa a Jesús Niño en la Hostia consagrada, la santa escribe estas sencillas palabras: «Yo no puedo tener miedo a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí (...) ¡Yo lo amo! Pues él es sólo amor y misericordia» (Carta 266).





En el Evangelio Teresa descubre sobre todo la misericordia de Jesús, hasta el punto de afirmar: «A mí me ha dado su misericordia infinita, y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas (...). Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás), me parece revestida de amor» (MS A, 84r). 




Así se expresa también en las últimas líneas de la Historia de un alma: «Sólo tengo que poner los ojos en el santo Evangelio para respirar los perfumes de la vida de Jesús y saber hacia dónde correr... No me abalanzo al primer puesto, sino al último... Sí, estoy segura de que, aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él» (MS C, 36v-37r). 




«Confianza y amor» son, por tanto, el punto final del relato de su vida, dos palabras que, como faros, iluminaron todo su camino de santidad para poder guiar a los demás por su mismo «caminito de confianza y de amor», de la infancia espiritual (cf. MS C, 2v-3r; Carta 226). 




Confianza como la del niño que se abandona en las manos de Dios, inseparable del compromiso fuerte, radical, del verdadero amor, que es don total de sí mismo, para siempre, como dice la santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo» (Poesía Por qué te amo, María: p 54/22). 



Así Teresa nos indica a todos que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, su mismo amor por todos los demás.







FUENTE : La Santa Sede. (Several languages)


NOTA: Te dejo algunos films sobre santa Teresita...


- DONNE: SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS. MONJA. LISIEUX. OCD. 1873 - 1897. (+24 años) Francia


- IL PROCESSO DI SANTA TERESA DEL BAMBINO GESÙ :

* De: Marcelle Maurette

Director: Vittorio Cottafavi

Rai tre. 1967



- THÉRESE :

* Luke films. 2004

Lindsay Younce

Director : Leonardo Defilipps




"SARÒ L'AMORE"


* De: Don Ivan Rauti / Francisco Scozzafava

Director: Francesco Scozzafava





- TERESA DE LISIEUX :

* Fraternidad marinande Teresita de Lisieux






- SANTA TERESITA Y SU PEQUEÑO CAMINO A LA SANTIDAD :

* Mi familia católica






- MIRACLE OF SAINT THÉRÈSE :

*Produced by : Paul de Saint-Andre Haguet

Directed by : Andre 

Paris Studios Cinema. 1951.






- IN CAMMINO :





- PROCÈS AU VATICAN:

*Paul de Saint Andre

André Haguet. 1951

(Sottotitoli in italiano)





- VIVERE D'AMORE :

*OCD

Dagli scritti di santa Teresa di Gesù Bambino del Volto Santo





- SANTA TERESA DEL BAMBINO GESÙ:

* Filmine

Audivisivi Elle Di Ci

Leuman. Torino











SAN JOSÉ, Custodio de vírgenes,

protégenos de todo mal y condúcenos cada día al cielo!!!...











venerdì 20 settembre 2024

Apariciones marianas : LA SALETTE. Melanie y Maximin (19 septiembre 1846) LEÓN BLOY

           


Queridos hermanos,

nuestra Señora de la Salette se aparece en Francia en 1846, en una pequeña localidad llamada la La Salette - Fallavaux, en el departamento de Isére, cerca de Corps; a dos pastores Melanie y Maximin, de 15 y 11 años respectivamente.

Se podría decir que la aparición consta de tres momentos:

1) aparece una luz resplandeciente con una hermosa Señora sentada, que está llorando y con la cabeza entre las manos.

2) se levanta y les confiere el mensaje, les habla en francés y en patois (dialecto del pueblo).

3) luego a cada uno le confiere un mensaje y se va elevando y desapareciendo en el cielo.

El mensaje radica en el dolor que le produce a Dios el pecado de la humanidad (autoridades no dirigen a su pueblo hacia Dios sino que los orientan a la vida de vicios y desorden de toda índole. Incluso los consagrados a Dios viven este desorden moral. Las blasfemias abundan en la vida cotidiana, no se guarda la cuaresma y el día domingo no se alaba a Dios, saturándose de mil actividades).

Por ello nuestra Señora de la Salette nos exhorta :

1) a la PENITENCIA,

2) a la PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN,

3) a la fidelidad de vivir el DÍA DOMINGO EN ACCIÓN DE GRACIAS.


Estos dos pastorcitos, sus vidas no culminan como la de otros videntes que conocemos. No son declarados santos y transcurren sus vidas como la de cualquiera de nosotros. Pero con un añadido singular "vieron a la Virgen"!!!...

Mélanie fallece a los 73 años y Maximin a los 39 años. Mélanie está enterrada en la iglesia de la Inmaculada (Puglia- Italia) y Maximin, en el cementerio de Corps (Francia).

Son "los Santos de la puerta de al lado", - de los cuales tanto gusta hablar a Papa francisco- y también aquellos en los cuales "la gracia incógnita" se manifiesta.




León Bloy, escribe un libro muy interesante al respecto: "LA QUE LLORA". Se los recomiendo, al final les dejo el pdf.

León describe al detalle la azarosa vida de estos dos videntes, a continuación les dejo los textos, para que puedan comprender la situación existencial que atravesaron estos dos niños que se hicieron adultos después de ver a nuestra Madre. 




XVI (pág. 61)

DONES PROFETICOS DE MELANIA


Después de lo que acaba de ser leído, fácil será comprender al exasperación de la multitud soberbia de los eclesiásticos, principalmente los honorables, aunque despreciadores de las exigencias de la Santidad o del Heroismo.

No habria digresión en recordar aqui la admirable fórmula del filósofo Blane de Saint-Bonnet: "El clero santo hace al pueblo virtuoso; el clero virtuoso hace al pueblo honesto; y el clero honesto hace la pueblo impío. ¿" Acaso estamos todavía en el periodo del clero honesto? Eso, que pudo ser un interrogante en 1879, ¿por qué no habría de serlo hoy? Me parece que al cabo de tantas gracias y de tantos crímenes, el collar de la maldición debe ser infinitamente más suntuoso. ¿Por qué no habríamos de hallarnos en pleno diabolismo puro? Es muy cierto, de fácil y directa observación, que la sola mención, no digo ya de la Salette, sino del Secreto de Melania, o simplemente el nombre de Melania, basta en Francia para agitar los seminarios y las sacristías, para trastornar a un buen número de nuestros obispos. Plugo a Maria servirse de una pastorcilla para espantar a poderosos pastores, como si ésta hubiera sido un coloso delante de muy tímidos lobos. Et ridebit.... Et subsannabit.

¿Es, pues, exacto que estamos maldecidos? Si sólo se tratara de una impostura más o menos fácil de demostrar, no habria lugar a tanto estruendo. Pero se ha probado hasta la saciedad, indiscutiblemente, por milagros de curas, de conversiones, de profecías, que es la Madre De Dios, la Madre de la Verdad eterna la que ha hablado por su Boca y esto es lo que no se puede soportar (1).

No bastaba hacer creer que esos pastores tan obstinados en sus testimonios y a los cuales no había medio de "sellar" los labios eran almas perdidas, mil veces indignas de la gracia inaudita que habían recibido, y que su misión, luego del Discurso público, había terminado definitivamente; era menester, sobre todo, ocultar al mismo tiempo que sus virtudes, su don sobrehumano de profecía, lo que resultaba sumamente difícil.

En marzo ed 1854 (téngase presente esta fecha) Melania anunciaba ya a los prusianos, designándolos por su nombre, y el incendio de París. Resumiendo el reinado de Napoleón III en tres palabras: Hipocresía, Ingratitud y Traición, el emperador era para ella "el hipócrita, el bribón, el ingrato, el miserable, el cínico, el traidor, el perseguidor de la Iglesia y del Papa, el que destronaba a Dios para coronar al diablo". No contenta con ese lenguaje, dedicabase a ciertos actos singularmente significativos. Sábese que en 1854 abandonó el convento de la Providencia, en Corenc, para ser enviada a Inglaterra: pero luego de su partida se advirtió que había grabado con una navaja, en al madera de su mesa, estas palabras: "PRUSIANOS 1870". Todavía en Corenc, la maestra de su clase le dio una vez un mapa de Francia para estudiar. La pobre niña rompió a llorar y tachó de un trazo al Alsacia y la Lorena. El 82 de noviembre de 1870, después de los desastres, ella escribió a su madre: "Hace veinticuatro años que yo sabía de esta guerra; veintidós años hace que dije que Napoleón era un pillo y que arruinaría nuestra pobre Francia"

En otras admirables cartas explica lo que denominaba su "Mira" (2). Tenía realmente la visión actual y universal de las cosas venideras, "y todo eso en una sola palabra que escapa de los labios de La que hace temblar el infierno, la Virgen Maria".... Yo encuentro muy difícil representar una cosa que no tiene comparación... Cuando la Santa Virgen me hablaba, yo veía realizarse lo que Ella decía; veía el mundo entero; veía el ojo del Eterno; era una escena en movimiento; veía al sangre de los que morían y la de los Mártires." "La Santa Virgen, EN UNA SOLA PALABRA, puede decir y hacer comprender lo suficiente para ser escrito durante cien años... Ella pronunciaba todas las palabras, ya del Secreto, ya de las Reglas, y yo podía adivinar o asimilar todo lo que ellas entrañaban. Se había descorrido un inmenso velo, los acontecimientos aparecían a mis ojos y a mi imaginación a medida que María hablaba, y delante mio se desarrollaban grandes espacios; veía las mutaciones de al tierra, y Dios, impasible en su gloria, contemplaba a la Virgen que se inclinaba para hablar a dos puntos." (Ella y Maximino) (3),

En 1871 escribió a Thiers, suplicándole, conjurándolo a sacar al estatua de Voltaire, cuya presencia en Paris era a sus ojos un peligro espantoso para toda Francia. Agregaba que si el gobierno no hacía observar los Mandamientos de Dios, los castigos recibidos serían nada en comparación con las sanciones venideras. Es de imaginar en qué modo habrá acogido esa carta el octogenario volatinero.

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(1) -El Evangelio, ¿está o no cerrado? preguntábame hace unos veinticinco años un famoso asuncionista, enemigo de las profecías y de las iluminaciones excepcionales.

-Menos que vos, mi querido padre, le  respondí.

Esto no era muy espiritual, pero se hace lo que se puede, en última instancia.

(2) "Desde al Aparición, dice el abate Feliciano Bliard, la Pastora ha conservado siempre una vista clara y distinta de todas las partes del Secreto  aún cuando este es de gran extensión y muy complejo; ella ha conservado el recuerdo fiel de todas las palabras ed la Santísima Virgen y el entendimiento de todo lo que ha oído. Al mismo tiempo que la Virgen hablaba a la pequeña Pastora, elevábase ésta a una sublime visión en la cual veía nítidamente cuanto le era dicho. Y por espacio de un cuarto de siglo nada se le ha escapado, todo ha quedado fielmente guardado en su espíritu. De ahí el conocimiento tan seguro que parece tener respecto del porvenir. En las prolongadas entrevistas quo yo he mantenido con ella me ha pasmado la lucidez, la precisión, la firmeza inconmovible de sus ideas. Volviéndola al mismo asunto, siempre la encontré igual a si misma, sin sombra de vacilación. Por lo demás, es parca en palabras, y la he hallado admirable de sencillez, de candor y de prudencia. Cuando en nuestras conversaciones yo tocaba puntos que ella no debía descubrir aún, tenía oportunidad de admirar su silencio o la habilidad con que sabía eludir toda respuesta.

(3) Nuestra Señora de la Salette y sus dos Elegidos. La correspondencia de Melania (ciento sesenta cartas) da a este libro un interés extraordinario y sobrenatural. Se tiene como la sensación de haber escalado felizmente la Montaña de los Profetas, que está "por cima del globo terrestre", según la expresión de Ana Catalina Emmerich.




XVII (pág. 64)

DONES PROFETICOS DE MAXIMINO



¿Qué hombre ha sido más vilipendiado que

Maximino? Aun aquellos que el debían todo, los pretendidos Misioneros, dejáronle perecer de miseria en su vecindad, abusaron horriblemente de su prestigio sacerdotal para deshonrar a ese pobre que los había creado, que los había vestido y alimentado, que les había dado sus montañas y su cielo, y el Paraíso en el corazón, si ellos lo hubieran querido (1). Se sabe que los verdaderos cristianos son los más desarmados de los hombres, puesto que la Caridad y la Humildad, les impiden defenderse. Melania "aventurera", Maximino "borracho" ¡epitetos inseparables! Se ha visto a peregrinos espantados del porvenir eterno de este Alejo en el reducto de la casa de su Madre.

Pero, he aquí el testimonio de Melania: "Bueno y leal Maximino!...

Yo creo que él ha sufrido mucho y siempre en silencio; en verdad me siento llena de confusión cuando veo cuán lejos estoy de su vida, enteramente sumida en Dios; si yo llegara al cielo, ni siquiera alcanzaría a sus plantas. Con frecuencia el ruego que me obtenga esa generosidad de alma que me seria tan necesaria... Mucho os agradezco la preciosa fotografía del buen Maximino; lo he reconocido en sus ojos cándidos e inocentes. Pienso siempre en él y en todo lo que ha sufrido con paciencia extraordinaria, con ese gran espíritu de fe que le hacía ver a Dios en todos los instrumentos de Dios, en las personas que le hacían padecer..". Virginitate clara floruit, se dijo en sus funerales. No tiene necesidad de De Profundis sobre su tumba; cantemos el Gloria Patri, y el Te Deum le procurará un acrecentamiento de gloria en el cielo donde habita." Tam- bién éstas son palabras de Melania.

El mismo Maximino, con mucha anticipación, también había visto el peligro prusiano: "La Italia unida, escribía en 1866, es la enemiga de Francia, como el veneno es el enemigo del hombre. Todos los franceses que tienen sangre en las venas, deberían acudir en auxilio de Roma, y abatir la unificación italiana como se destruye un áspid. Los prusianos, cuya única afinidad con los italianos es su odio contra al religión de Nuestro Señor Jesucristo, se unirán a su vez, un día, para castigarnos por nuestra infidelidad hacia nuestro derecho de primogenitura en la defensa y protección, entera y universalmente, de la Religión y del Papado... Mucho me temo que nuestro afecto por Italia y nuestras complacencias con Prusia se vuelvan contra nosotros, y un día no lejano."

El 29 de julio de 1851, Maximino había dicho a un personaje absolutamente digno de fe, M. Dausse, ingeniero de Grenoble que ha dejado curiosos Recuerdos: "Cuando Paris esté ardiendo habrá en torno cuatro reyes", lo que se ha cumplido al pie de la letra. (Los reyes de Prusia, de Baviera, de Wurtemberg y de Sajonia). El nombrado ingeniero cuenta asimismo que en 1854, antes de la guerra de Crimea, M. Michal, cura de Corente, afirmaba en presencia de Maximino que el Emperador, en una reunión diplomática de las Tullerías, había descendido de su trono para estrechar al mano al Embajador de Rusia, a raíz de lo cual, como es natural, se hizo carne en al opinión que no habría guerra con esta potencia. "Entonces, prosigue el narrador, Maximino puesto delante suyo, los brazos en cruz, responde categóricamente: —¿Sí? ¡Pues yo el digo a usted que habrá guerra con Rusia!...

Otro caos más asombroso. Halándose Maximino en la montaña, el 18 ó 19 de setiembre de 1870, hablóse de la predicción de Melania: París será incendiado. Uno de los asistentes dio al momento la explicación natural: "Será por obra de los prusianos" -No, no, replicó Maximino, Paris no será incendiado por aquéllos, sino por su CANALLA.

El 4 de diciembre ed 1868, Maximino era recibido en el arzobispado de Paris, donde quiso verlo Monseñor Darboy, tan admirablemente domesticado, como es sabido, por el Emperador. La entrevista, narrada por Maximino, fue larga. Su Grandeza, que sin duda esperó constreñir al pastor a develar su secreto, habló en un tono como para escandalizar a su interlocutor, que había sido guardia pontificio, acusando a al Santa Virgen de exagerar las consideraciones que se deben al Papado y de no haber hecho más que profecías al azar.

-"¡'También yo podría hacer profecías de esa clase!", atrevióse a decir ese arzobispo. Y por fin, exasperándose hasta la blasfemia: "-En suma ¿qué es un discurso como el de vuestra pretendida Bella Señora? Es tan poco francés como falto de sentido común. Es un estúpido discurso. Y el Secreto no puede ser mejor...¡No!; yo, arzobispo de Paris, no puedo autorizar una devoción semejante!"

Maximino, humillado por ese príncipe de la Iglesia, que a tal punto perdía la cabeza en su presencia, quiso que Nuestra Señora de la Salette tuviera la última palabra. "Monseñor, respondió con firmeza, tan cierto es que la Santa Virgen se me apareció en la Salette, y que me habló, como es exacto que en 1871 vos seréis fusilado por la turba." Asegúrase que tres años más tarde, en la Roquette, el prelado, prisionero, respondió a los que trataban de salvarlo:

—"Será initil: Maximino me ha dicho que yo seria fusilado."

El célebre abogado de la Salette Amadeo Nicolas relata este hecho, del que fuera testigo en la Montaña en agosto de 1871: "Un sabio profesor de teología y su amigo, cura en una gran ciudad, habían llegado a la Salette con una docena de objeciones preparadas y estudiadas de antemano, con el fin de proponérselas a Maximino cuando éste dejara su tienda, para ir, a pedido de los peregrinos (que le preferían a los misioneros), a hacer el relato del Milagro. 

Así que Maximino hubo terminado, el profesor propuso la primera objeción. Maximino limitó a decir: "Pasad a la segunda". Y así hasta llegar a la quinta, a la que respondió con algunas palabras. Estas palabras bastaron para deshacer todas sal anteriores objeciones, así como para invalidar las siete restantes. A lo cual, el profesor y el cura nos dijeron, pues nos hallábamos a su lado: "Este joven no se aparta de su misión; hoy, como en el primer momento, está asistido por la Santa Virgen; esto es evidente para nosotros. Ni el más sabio de los teólogos del mundo hubiera sido capaz de semejante esfuerzo. Decididamente, todo esto es sobrehumano. Nos ha probado el Milagro en forma que no hubieran podido hacerlo las más fuertes demostraciones (2)."

La vida de Maximino ha sido de las más accidentadas. Después de haber pasado algunos años en un seminario, fue soldado, y luego estudiante de medicina. Pero en todo fracasó y vióse reducido a servir a obreros para poder ganarse el sustento.

    Hallándose en Paris, en la más completa desnudez, empeñó una de sus prendas en el Monte de Piedad. Un día, falto del último recurso, sin tener nada para comer, entra en San Sulpicio y se pone de rodillas ante el altar de la Santa Virgen. "Yo tengo hambre, mi buena Madre; ¿me dejaréis morir de hambre? Y sin embargo, todo lo que me habéis mandado hacer, lo he hecho. He difundido por todo vuestro pueblo las graves y solemnes advertencias que vinisteis a traer. Poco me falta ya para sucumbir de inanición. Si vos no queréis sacarme de la miseria en que estoy, he de dirigirme a vuestro esposo San José, que tendrá piedad de mi."

    Debilitado por un ayuno prolongado, terminó por desvanecerse. Un desconocido lo despierta invitándole a seguirle a un restaurante, donde el hace servir una abundante comida. Cuando Maximino queda satisfecho, el desconocido paga la consumición y le dice que vaya al Monte de Piedad a rescatar al prenda pignorada. Agrega que en un bolsillo de esa ropa encontrará un billete de banco que lo pondrá al amparo de la miseria. Apunto desapareció. Nunca supo Maximino quién era ese hombre. ¿Cómo supo ese desconocido que él había empeñado al ropa en el Monte de Piedad? ¿Cómo sabía que en el bolsillo de esa prenda había un dinero que aseguraba su porvenir? No pudiéndose explicar naturalmente una cosa tan extraordinaria, siempre creyó que el desconocido era San José.

    Dócilmente Maximino vase hasta el Monte de Piedad, y en efecto, halla en un bolsillo de su ropa un testamento que una persona caritativa había hecho en su favor. Por ese testamento se le brindaba la oferta de ser recibido por una familia, y se le dejaba quince mil francos para subvenir a sus necesidades. ¿Cómo se hallaba en el bolsillo de su traje ese testamento? No lo ha sabido nunca. Pero, ¿cuál era el valor real de ese documento? Maximino lo presentó a un notario, el que lo juzgó formal e hizo los trámites necesarios. Entregósele, pues, al cantidad de quince mil francos, con los cuales inició un negocio de hacienda, en el que se arruinó (3). Su misión exigía que viviera y muriera en la indigencia. ¡Cuántas otras anécdotas similares!

    Desde aquí oigo el coro de las voces sacristinas: "¡La santidad de Melania y de Maximino, y su estado de profetas! ¡Pero, señor mio, esto da en tierra con todas nuestras ideas! ¡No se nos hará creer que tantos buenos cristianos, tantos venerables pastores, durante tantos años no hayan sabido nada, y que se haya podido establecer una leyenda opuesta! Esta suposición es absurda." Esto trae a mi mente la buena respuesta del viajante de comercio a quien se hablaba del Palacio de los Papas en Avignon: ¡"Qué cosa más chusca! ¡Si hubiera habido papas en Avignon, se sabría!" ¡Ah! sin duda alguna. Algo de esto se sabe, pero se regla sin excepción que, para saber, es menester instruirse con el candor de un niño y la humilde voluntad de esos otros pastores a quienes los ángeles de la Natividad prometieron antaño "paz en la tierra"."Invenietis in- fantes, pannis involutos et positos in praesepio (4),"

    La ignorancia, culpable o no, del hecho más trascendental de la historia moderna y de su inmediata consecuencia, esto es, la santidad de los dos Testigos, no impedirá a éstos continuar su misión desde el fondo de sus tumbas, que quizás llegue el día en que al Iglesia llame milagrosas. Defuncti adhuc loquuntur. Esta ignorancia monstruosa en todos los casos, no será óbice a la esperanza de algunas almas ni a los centenares de millones de brazos torcidos por la desesperación, en la hora señalada.

    Se recuerda que el Secreto de Melania fué publicado en 1879, con el imprimatur de Monseñor Zola, obispo de Lecce. Esta fórmula latina, significativa, para la santa niña, de tantas amarguras, tribulaciones y luchas, fijóse en su memoria, extraña y profundamente.

    "¡Puesto que no se quiere el Mensaje, remedio de nuestros males, la divina Justicia vengará la ingratitud de los hombres y dará el IMPRIMATUR a los azotes anunciados por al Reina de los Angeles!" Así se expresaba la Pastora de la Salette, el 23 de mayo de 1904.

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(1) El antiguo alcalde ed Corps, señor Barbe, tiene en su poder un billete de 200 francos (creo), que Maximino había tomado en los Misioneros para no morir de hambre. Lo rescató después de la muerte de Maximino, pagándolo a fin de tener en prueba de 1a dureza y la avaricia de aquéllos. M. Barbe, a quien yo escribiera inútilmente para tener una fotografía de ese documento, ¿vive todavía?

(2) Defensa y explicación del Secreto de Melania. Nimes, año 1881.

(3) Melania. Pastora de la Salette y el Cardenal Perraud, Paris. Chamuel, 1898.

(4) Pido perdón por la libertad que al parecer me tomo con el texto de San Lucas, pero se me hace imposible no evocar la Natividad cuando pienso en los dos sublimes pobres niños sobre su Montaña.


FUENTE :

- León Bloy. LA QUE LLORA. (Nuestra Señora de la Salette). Buenos Aires 1947. Pg. 61-68.  PDF




NOTA : Si gustas puedes visitar estos links relativos al tema...

LA SALETTE. SAN JUAN PABLO II (19 septiembre)

- Nuestra Señora de la Salette. MENSAJE (19 septiembre 1846

- MARÍA. VIRGEN DE LA SALETTE. FRANCIA 1846. Fiesta litúrgica 19 septiembre. (Videos)










SAN JOSÉ, Custodio de la Sagrada Familia,

protege a nuestra santa madre la Iglesia...







mercoledì 18 settembre 2024

Nuestra Señora de LA SALETTE. Mensaje. (19 septiembre 1846)









Queridos hermanos,

el gran mensaje que nuestra Madre deja en La Salette a dos pequeños pastores Mélanie (15 años) y Maximin (11 años), a pesar de las contradicciones en su aprobación eclesiástica través de los tiempos, por algunos términos severos que pueda haber utilizado nuestra Señora, no deja de transmitirnos una gran realidad de nuestro mundo.

A toda época le acompaña un índice de santidad y pecado, que en el fondo es el mismo problema existencial de cada generación humana.

Los grandes problemas de la sociedad de Mélanie y Maximin, son los mismos de nuestra actualidad. En consecuencia, el mensaje de la santísima Virgen es tan valedero para nuestros días, como en el aquél entonces del 1846 en La Salett, Francia y en el mundo entero.

A continuación les dejo el mensaje, para reflexión y análisis. También a cada uno de nosotros nuestra Madre nos exhorta a :

- Vivir plenamente el día DOMINGO, en honor de nuestro Dios (participar de la Santa Misa y comer el Cuerpo de Cristo, santificar este día de manera especial).

- Rezar, meditar, conversar con Dios. (Meditemos su Palabra).

- Hacer penitencia por nuestra propia conversión y la del mundo entero.




Relato completo de la Aparición




“ESTAS PÁGINAS FUERON ESCRITAS 

POR LA PURA VERDAD”


LA APARICIÓN DE LA VIRGEN SANTÍSIMA EN LA MONTAÑA SANTA DE LA SALETTE

SÁBADO 19 DE SEPTIEMBRE DE 1846


Reimpresión simple del texto completo 

publicado por Mélanie con el Imprimatur de 

Su Gr. Sauveur-Louis, Conde ZOLA, Obispo de Leccè, en 1879, 

seguido de algunos documentos de respaldo.

Todo Publicado con el IMPRIMATUR de 

R. P. A. LEPIDI, O. P., 

Maestro del Sagrado Palacio, 

Asistente Perpetuo de la Congregación del Índice,

Pronunciado en Roma el 6 de junio de 1922 



“BIEN HIJOS MÍOS, 

LO PASAREIS A TODO MI PUEBLO”.



I

LA APARICIÓN DE LA VIRGEN SANTÍSIMA EN LA MONTAÑA DE LA SALETTE



El 18 de septiembre, víspera de la Santa Aparición de la Santísima Virgen, estaba sola, como de costumbre, cuidando las cuatro vacas de mis amos. Alrededor de las 11 de la mañana vi a un niño que venía hacia mí. Al ver esto me asusté, porque me pareció que todos debían saber que huía de toda clase de compañías. Este niño se me acercó y me dijo: “Pequeña, voy contigo, yo también soy de Corps”. Ante estas palabras pronto se manifestó mi mala naturaleza y, retrocediendo algunos pasos, le dije: “No quiero a nadie; Quiero quedarme sola”. Entonces me alejé, pero este niño me siguió diciendo: “Ve, déjame contigo, mi amo me dijo que viniera a cuidar mis vacas con las tuyas; soy de Corps.

Me alejé de él, haciéndole una señal de que no quería a nadie; y después de alejarme, me senté en la hierba. Allí tuve mi conversación con las florecitas de Dios.

Un momento después, miré hacia atrás y encuentro a Maximin sentado muy cerca de mí. Inmediatamente me dijo: “Guárdame, seré muy bueno”. Pero mi mala naturaleza no escuchaba razones. Me levanté apresuradamente, me alejé un poco más sin decirle nada y comencé a jugar de nuevo con las flores del buen Dios. Un momento después, Maximin seguía ahí diciéndome que se portaría muy bien, que no hablaría, que se aburriría de estar solo, que su maestro me lo enviaba, etc... Esta vez, Me apiadé de él, le hice señas para que se sentara y seguí con las florecitas de Dios.

Maximin no tardó en romper el silencio. Se puso a reír (creo que se estaba burlando de mí); Lo miro y me dice: “Divirtámonos, juguemos”. No le respondí, porque yo era tan ignorante que no entendía nada de jugar con otra persona, ya que siempre he estado sola. Estaba jugando solo con las flores, y Maximin, acercándose mucho a mí, sólo se rió y me dijo que las flores no tenían oídos para oírme y que teníamos que jugar juntos. Pero no tenía ninguna inclinación por el juego que él me dijo que jugara. Sin embargo, comencé a hablar con él, y me dijo que pronto terminarían los diez días que tenía que pasar con su maestro, y que luego iría a Corps a ver a su padre, etc.

Mientras me hablaba se oyó la campana de La Salette, era el Ángelus; Le hice una señal a Maximin para que elevara su alma a Dios. Se descubrió la cabeza y guardó silencio por un momento. Entonces le dije: “¿Quieres cenar? “Sí”, me dijo. "Vamos". Nos sentamos; saqué de mi bolsa las provisiones que mis amos me habían dado, y, como de costumbre, antes de comer mi hogaza redonda, con la punta de mi cuchillo hice una cruz en mi pan, y en el medio un agujero muy pequeño, dijimos: “Si está el diablo que salga, y si está el buen Dios que se quede ahí” y rápido, rápido tapé el agujerito. Maximin se echó a reír y pateó mi pan, que se me escapó de las manos, rodó hasta el pie de la montaña y se perdió.

Tomé otro trozo de pan, lo comimos juntos; luego jugamos un juego; luego, comprendiendo que Maximin debía comer, le señalé un lugar en la montaña cubierto de pequeños frutos. Le insté a que fuera a comer algo, lo cual hizo inmediatamente; comió un poco y volvió con su sombrero lleno. Por la tarde bajamos juntos de la montaña y prometimos volver juntos y cuidar de nuestras vacas.

Al día siguiente, 19 de septiembre, me encontré de viaje con Maximin; Subimos la montaña juntos. Encontré que Maximin era muy bueno, muy sencillo y que estaba feliz de hablar de lo que yo quería hablar; también era muy flexible y no se aferraba a sus sentimientos; solo tenía un poco de curiosidad, porque cuando me alejé de él, en cuanto me vio detenida, rápidamente vino corriendo a ver lo que hacía, y a oír lo que decía con las flores de Dios; y si no llegaba a tiempo me preguntaba qué había dicho. Maximin me dijo que le enseñara un juego. Ya era tarde; Le digo que recoja flores para hacer “Paraíso”.

Ambos nos pusimos a trabajar; pronto tuvimos una cantidad de flores de varios colores. Se escuchó el Ángelus del pueblo, porque el cielo estaba hermoso, no había nubes. Después de contarle a Dios lo que sabíamos, le dije a Maximin que teníamos que llevar a nuestras vacas a una pequeña meseta cerca del pequeño barranco, donde habría piedras para construir el “Paraíso”. Llevamos nuestras vacas al lugar señalado y luego comimos un poco; luego empezamos a cargar piedras y a construir nuestra casita, que constaba de una planta baja, que supuestamente era nuestra vivienda, luego un piso encima del que creíamos que era el “Paraíso”.

Este piso estaba todo decorado con flores de diferentes colores.



II

LA HERMOSA SEÑORA SE SIENTA EN NUESTRO “PARAÍSO” SIN HACERLO COLAPSAR.



Al despertarme y al no ver nuestras vacas, llamé a Maximin y subí al pequeño montículo. Desde allí, al ver que nuestras vacas yacían tranquilas, volví a bajar y Maximin subía, cuando de repente vi una hermosa luz, más brillante que el sol, y apenas pude decir estas palabras: “Maximin, nos vemos, ahí ? ¡Ah! Dios mío !" Al mismo tiempo dejo caer el palo que tenía en la mano. No sé qué cosa deliciosa estaba pasando dentro de mí en ese momento, pero me sentí atraída, sentí un gran respeto lleno de amor y mi corazón quería correr más rápido que yo.

Miré muy fijamente a esta luz que estaba inmóvil, y como si se hubiera abierto, vi otra luz mucho más brillante y que estaba en movimiento, y en esta luz una Señora muy hermosa sentada en nuestro "Paraíso", con la cabeza en sus manos. Esta bella Señora se puso de pie, se cruzó medianamente de brazos mirándonos y nos dijo: 

"Adelante, hijos míos, no tengáis miedo; ¡Estoy aquí para contarles una gran noticia!"

Estas dulces y dulces palabras me hicieron volar hacia ella, y mi corazón quería quedarse con ella para siempre. Llegando muy cerca de la bella Señora, frente a ella, a su derecha, comienza el discurso, y de sus hermosos ojos también comienzan a brotar lágrimas.

“Si mi pueblo no se somete, me veré obligada a soltar la mano de mi Hijo. Es tan pesado y pesado que ya no puedo sostenerlo".

“¡Desde el momento en que he sufrido por el resto de ustedes! Si, quiero que mi Hijo no os abandone, soy responsable de orarle constantemente. 

Y al resto de ustedes, no les importa. 

No importa cuánto recéis, no importa cuánto hagáis, nunca podréis pagar las molestias que me he tomado por el resto de vosotros.

“Te di seis días para trabajar, el séptimo me reservé para mí y no me lo dan". "Esto es lo que hace que el brazo de mi Hijo sea tan pesado"

“Los que conducen carretas no saben hablar sin poner en medio el Nombre de mi Hijo. Estas son las dos cosas que tanto pesan en el brazo de mi Hijo".

“Si la cosecha se echa a perder, es sólo por culpa de ustedes".

“Te lo mostré el año pasado con las patatas; no te diste cuenta; al contrario, cuando se encontraron despojados, jurasteis y usasteis el Nombre de mi Hijo. Seguirán estropeándose y para Navidad ya no habrá más”.

Aquí estaba tratando de interpretar la palabra: patatas; Pensé que significaba manzanas. La bella y buena Señora, adivinando mis pensamientos, continuó así:

“¿No me entendéis, hijos míos? "Te lo diré de otra manera".

La traducción francesa es esta:

“Si la cosecha se echa a perder, será sólo para los demás; Te lo mostré el año pasado con las patatas y no le prestaste atención; fue al contrario, cuando encontrasteis a los mimados, jurasteis y mencionasteis el Nombre de mi Hijo. Seguirán estropeándose y para Navidad ya no habrá más".

“Si tienes trigo, no lo sembrarás".

“Todo lo que sembréis, lo comerán las fieras; y lo que viene caerá en polvo cuando lo venzas. Vendrá una gran hambruna. Antes que venga el hambre, los niños menores de siete años sufrirán un temblor y morirán en manos de quienes los tengan en sus manos; los demás harán penitencia por el hambre. Las nueces se echarán a perder; las uvas se pudrirán”.

Aquí, la bella Señora que me deleitaba, permaneció por un momento sin ser escuchada; Vi, sin embargo, que ella continuaba, como si estuviera hablando, moviendo con gracia sus amables labios. Maximin recibió entonces su secreto. Entonces, hablándome, la Santísima Virgen me habló y me dio un secreto en francés. Este secreto, aquí está completo, y como ella me lo dio:



III
“Mélanie, lo que voy a contarte ahora no será siempre un secreto: 
podrás publicarlo en 1858.



Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes por su mala vida, por su irreverencia y su impiedad en la celebración de los santos misterios, por el amor al dinero, el amor al honor y a los placeres, los sacerdotes se han convertido en pozos negros de impureza

Sí, los sacerdotes exigen venganza y la venganza pende sobre sus cabezas. 

¡Ay de los sacerdotes y del pueblo consagrado a Dios que, por sus infidelidades y su mala vida, crucifican nuevamente a mi Hijo! 

Los pecados del pueblo consagrado a Dios claman al Cielo y piden venganza y ahora la venganza está a sus puertas, porque ya no hay quien implore misericordia y perdón para el pueblo; ya no hay almas generosas, ya no hay nadie digno de ofrecer la Víctima inmaculada al Eterno en favor del mundo[1].

“Dios va a atacar de una manera sin precedentes".

“¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios agotará su ira, y nadie podrá escapar de tantos males combinados".

Los líderes, los líderes del pueblo de Dios han descuidado la oración y la penitencia, y el diablo ha oscurecido su entendimiento; se han convertido en estas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlas perecer. 

Dios permitirá que la serpiente antigua cree divisiones entre quienes gobiernan, en todas las sociedades y en todas las familias; sufriremos dolores físicos y morales; Dios abandonará a los hombres a su suerte y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.

“La sociedad está en vísperas de los más terribles flagelos y de los mayores acontecimientos; debemos esperar ser gobernados por una vara de hierro y beber del cáliz de la ira de Dios".

“Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso, que luche con las armas de la fe y del amor; estaré con él".

“Que tenga cuidado con Napoleón; su corazón es doble, y cuando quiera ser a la vez Papa y emperador, Dios pronto se alejará de él: él es este águila, que siempre quiere elevarse, caerá sobre la espada que quería utilizar para obligar al pueblo a ser aumentó.

“Italia será castigada por su ambición de querer sacudirse el yugo del Señor de Señores; también ella será entregada a la guerra; la sangre correrá por todos lados; las iglesias serán cerradas o profanadas; los sacerdotes y religiosos serán expulsados; los haremos morir, y sufriremos una muerte cruel. 

Muchos abandonarán la fe, y será grande el número de sacerdotes y religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre estas personas habrá incluso obispos.

“Que el Papa esté en guardia contra los hacedores de milagros, porque ha llegado el momento en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en el aire.

“En el año 1864, Lucifer con un gran número de demonios será desprendido del infierno: abolirán la fe poco a poco e incluso en las personas consagradas a Dios: los cegarán de tal manera, que a menos que con una gracia particular estos la gente tomará el espíritu de estos ángeles malos: varias casas religiosas perderán completamente la fe y perderán muchas almas".

“Los libros malos abundarán en la tierra, y los espíritus de las tinieblas esparcirán por todas partes un relajamiento universal para todo lo que concierne al servicio de Dios; tendrán un poder muy grande sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a estos espíritus. 

Las personas serán transportadas de un lugar a otro por estos espíritus malignos, e incluso los sacerdotes, porque no se habrán guiado por el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios. 

Los muertos y los justos resucitarán (es decir, estos muertos tomarán la forma de las almas justas que habían vivido en la tierra, para seducir mejor a los hombres; estos llamados muertos resucitados, que no serán otra cosa que el demonio bajo estas figuras, predicará otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo Jesús, negando la existencia del Cielo, o incluso las almas de los condenados (todas estas almas aparecerán como unidas a sus cuerpos). 

Habrá maravillas extraordinarias en todas partes, porque la fe verdadera se ha extinguido y la luz falsa ilumina el mundo. ¡Ay de los Príncipes de la Iglesia que sólo se ocuparán en acumular riquezas sobre riquezas, salvaguardando su autoridad y dominando con orgullo!

“El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones: será el tiempo de las tinieblas; La Iglesia tendrá una crisis terrible".

“Olvidada la santa fe de Dios, cada uno querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Los poderes civiles y eclesiásticos serán abolidos, todo orden y justicia serán pisoteados; sólo veremos homicidios, odios, celos, mentiras y discordias, sin amor a la patria ni a la familia".

“El Santo Padre sufrirá mucho. Estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio".

“Los malvados atentarán contra su vida varias veces sin poder dañar su vida; pero ni él ni su sucesor... verán el triunfo de la Iglesia de Dios".

Todos los gobernantes civiles tendrán el mismo designio, que será abolir y hacer desaparecer todos los principios religiosos, para dar paso al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios".

“En el año 1865 veremos la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se entregará como rey de corazones. Los que están al frente de las comunidades religiosas estén atentos a las personas que deben recibir, porque el diablo usará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas personas adictas al pecado, porque los desórdenes y el amor a los placeres carnales se extenderán por todo el mundo". 

“Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; los franceses lucharán con los franceses, los italianos con los italianos; entonces habrá una guerra general que será terrible. Por un tiempo, Dios ya no se acordará de Francia ni de Italia, porque ya no se conoce el Evangelio de Jesucristo. Los malvados desplegarán toda su malicia; nos mataremos unos a otros, nos masacraremos unos a otros, incluso en nuestras propias casas".

“Al primer golpe de su espada relámpago, las montañas y toda la naturaleza temblarán de terror, porque los desórdenes y crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos. 

París será quemada y Marsella engullida; varias grandes ciudades serán sacudidas y devoradas por terremotos: se creerá que todo está perdido; sólo veremos homicidios, sólo oiremos ruido de armas y blasfemia. 

Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus lágrimas subirán al Cielo, y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y pedirá mi ayuda y mi intercesión. 

Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su gran misericordia para con los justos, ordenará a sus ángeles que todos sus enemigos sean ejecutados.

De repente perecerán los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado, y la tierra quedará como un desierto

Entonces habrá paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. 

Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. 

El Evangelio será predicado en todas partes y los hombres progresarán mucho en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo y los hombres vivirán en el temor de Dios".

“Esta paz entre los hombres no durará mucho: veinticinco años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los dolores que acontecen en la tierra".

“Un presagio del anticristo, con sus tropas de muchas naciones, luchará contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y querrá destruir la adoración a Dios para ser visto como un Dios".

La tierra será azotada con toda clase de plagas (además de la pestilencia y el hambre que serán generales); habrá guerras hasta la última guerra, que luego será librada por los diez reyes del anticristo, quienes tendrán todos el mismo propósito y serán los únicos que gobernarán el mundo. Antes de que esto suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; la gente sólo pensará en divertirse; los malvados cometerán toda clase de pecados; pero los hijos de la santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que más me son queridas. ¡Bienaventuradas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo! Lucharé con ellos hasta que alcancen la mayoría de edad".

“La naturaleza exige venganza para los hombres y se estremece de terror a la espera de lo que debe suceder con la tierra manchada de crímenes".

"Tiembla, oh tierra, y vosotros que profesáis servir a Jesucristo y que interiormente os adorais, tiembla; porque Dios os entregará en manos de su enemigo, porque los lugares santos están en corrupción; Muchos conventos ya no son casas de Dios, sino pastos de Asmodeo y su pueblo".

“Será durante este tiempo que nacerá el anticristo, de una monja hebrea, de una virgen falsa que tendrá comunicación con la serpiente antigua, maestra de la impureza; su padre será un obispo ; cuando nazca, vomitará blasfemias, tendrá dientes; en una palabra será el diablo encarnado; lanzará gritos espantosos, realizará prodigios, se alimentará sólo de impurezas. Tendrá hermanos que, aunque no sean demonios encarnados como él, serán hijos del mal; a los 12 años, se notarán por sus valientes victorias que ganarán; pronto, cada uno de ellos estará a la cabeza de ejércitos, asistidos por legiones del infierno.

"Las estaciones cambiarán, la tierra sólo producirá malos frutos, las estrellas perderán su movimiento regular, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza; el agua y el fuego darán al globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos, que harán que montañas, ciudades, (etc.) sean devoradas".

“Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo".

Los demonios del aire con el anticristo harán grandes maravillas en la tierra y en el aire, y los hombres se pervertirán cada vez más. Dios cuidará de sus fieles servidores y hombres de buena voluntad; ¡El Evangelio será predicado en todas partes, todos los pueblos y todas las naciones conocerán la verdad!".

“Hago un llamado urgente a la tierra: llamo a los verdaderos discípulos del Dios vivo y que reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se entregaron a mí para que Yo los condujera hacia mi divino Hijo, a los que llevo, por así decirlo, en mis brazos, a los que vivieron desde mi espíritu; Finalmente invoco a los Apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que vivieron en el desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocido del mundo. Es hora de que salgan e iluminen la tierra. Id y mostraos como mis hijos amados; Yo estoy con vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de desgracia. Que vuestro celo os haga tener hambre de la gloria y honra de Jesucristo. Luchad, hijos de la luz, vosotros, pocos que veis; porque este es el tiempo de los tiempos, el fin de los fines".

“La Iglesia quedará eclipsada, el mundo quedará consternado. Pero aquí Enoc y Elías están llenos del Espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes progresos en virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo".

“¡Ay de los habitantes de la tierra! Habrá guerras sangrientas y hambrunas; plagas y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de terrible granizo de animales; truenos que sacudirán las ciudades; terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra las paredes; pedirán la muerte, y por otra parte la muerte será su tormento; la sangre fluirá por todos lados. ¿Quién podrá vencer, si Dios no acorta el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y las oraciones de los justos, Dios se dejará ablandar; Enoc y Elías serán ejecutados; La Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del Cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero será sacudido por el terror, y muchos se dejarán engañar por no haber adorado al verdadero Cristo que vive entre ellos. Es hora; el sol se oscurece; sólo la fe vivirá".

“Este es el momento; el abismo se abre. Este es el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus súbditos, llamándose a sí mismo el “Salvador” del mundo. Se elevará con orgullo en los aires para llegar al cielo; será asfixiado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá, y la tierra, que desde hace tres días está en continua evolución, abrirá su pecho lleno de fuego; será sumergido para siempre con toda su familia en el abismo eterno del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán la tierra y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres, y todo será renovado: Dios será servido y glorificado.



IV

"Bien ! hijos míos, 

lo transmitiréis a todo mi pueblo”



Luego la Santísima Virgen me entregó, también en francés, la Regla de una nueva Orden religiosa.

Después de haberme dado la Regla de esta nueva Orden religiosa, la Santísima Virgen continuó el resto del Discurso de la siguiente manera:

“Si se convierten, las piedras y las rocas se convertirán en trigo y se sembrarán patatas en la tierra. ¿Rezan bien, hijos míos?”

Ambos respondimos:

"Oh ! No, señora, no mucho”.

“¡Ah! Hijitos míos, tenéis que hacerlo bien, por la tarde y por la mañana. Cuando no puedas hacerlo mejor, reza un Día del Padre y un Ave María; y cuando tengas tiempo y puedas hacerlo mejor, dirás más".

“Sólo unas pocas mujeres un poco mayores van a misa; los demás trabajan todo el verano en domingo; y en invierno, cuando no saben qué hacer, sólo van a misa para burlarse de la religión

Durante la Cuaresma van al carnicero como perros.

“¿No habéis visto trigo estropeado, hijos míos?”

Ambos respondimos: “¡Oh! no, Señora”.

La Santísima Virgen dirigiéndose a Maximino:

“Pero tú, hijo mío, alguna vez debiste haber visto uno hacia la Esquina, con tu padre. El hombre que estaba en la habitación dijo a tu padre: Ven y mira cómo se está echando a perder mi trigo. Fuiste allí. Tu padre tomó dos o tres mazorcas de maíz en la mano, las frotó y se convirtieron en polvo. Luego, a la vuelta, cuando sólo estabas a media hora de Corps, tu padre te dio un trozo de pan y te dijo: Toma, hijo mío, come este año, porque no sé quién comerá el año que viene, si el trigo se echa a perder así".

Maximin respondió: “Es muy cierto, Señora, no lo recordaba”.

La Santísima Virgen terminó su discurso en francés: “¡Bien! hijos míos, lo transmitiréis a todo mi pueblo”.

La hermosísima Señora cruzó el arroyo; y a un paso del arroyo, sin volverse hacia nosotros que la seguíamos (porque nos atraía por su resplandor y más aún por su bondad que me embriagaba, que parecía derretir mi corazón), nos dijo otra vez:

"Bien ! hijos míos, lo transmitiréis a todo mi pueblo”.

Luego continuó caminando hasta donde yo había subido para mirar nuestras vacas. Sus pies sólo tocaron la punta de la hierba sin doblarla. Llegando a la pequeña altura, la bella Señora se detuvo, y yo rápidamente me coloqué frente a ella, para mirarla atentamente y tratar de saber qué camino se inclinaba más a tomar; porque conmigo había terminado, me había olvidado tanto de mis vacas como de los amos con quienes estaba en servicio; Me había unido para siempre e incondicionalmente a Mi Señora; sí, quería no volver a dejarla nunca más; La seguí sin pensarlo dos veces y con la disposición de servirla mientras viva.

Con Mi Señora pensé que me había olvidado del paraíso; Sólo tenía el pensamiento de servirla bien en todo; y yo creía que podía haber hecho cualquier cosa que Ella me dijera, porque me parecía que Ella tenía mucho poder. Ella me miró con una tierna bondad que me atrajo hacia Ella; me hubiera gustado, con los ojos cerrados, arrojarme a sus brazos. Ella no me dio tiempo para hacerlo. Se elevó imperceptiblemente desde el suelo hasta una altura de aproximadamente un metro o más; y quedando así suspendida en el aire por un brevísimo momento, mi bella Señora miró al cielo, luego a la tierra a su derecha y a su izquierda, luego me miró con ojos tan tiernos, tan amables y tan buenos, que Creí que Ella me atraía hacia su interior y me parecía que mi corazón se abría al suyo.

Y mientras mi corazón se derretía en una dulce expansión, el hermoso rostro de mi buena Señora desaparecía poco a poco: me parecía que la luz en movimiento se multiplicaba o condensaba alrededor de la Santísima Virgen, para impedirme verla más tiempo. Así la luz ocupó el lugar de las partes del cuerpo que desaparecían de mis ojos; o parecía como si el cuerpo de mi Señora se fuera transformando en luz al derretirse. Así, la luz en forma de globo se elevó suavemente en la dirección correcta.

No puedo decir si el volumen de luz disminuyó a medida que ascendía, o si fue la distancia lo que me hizo ver la luz disminuir a medida que ascendía; lo que sé es que me quedé con la cabeza levantada y los ojos fijos en la luz, incluso después de que esta luz, que siempre se alejaba y disminuía de volumen, finalmente había desaparecido.

Mis ojos se separan del firmamento, miro a mi alrededor, veo a Maximin mirándome, le digo: “Maldita sea, debe ser el buen Dios de mi padre, o la Santísima Virgen, o algún gran santo”. Y Maximino, levantando la mano, dijo: "¡Ah, si lo hubiera sabido!"



V

¡Ah! ¡Dios mío, es la Santísima Virgen 

la que se te ha aparecido! 




La tarde del 19 de septiembre nos acostamos un poco más temprano de lo habitual. Al llegar a mi amo, me puse a atar mis vacas y a poner todo en orden en el establo. No había terminado cuando mi ama vino a mí llorando y me dijo: “¿Por qué, hija mía, no vienes a contarme lo que te pasó en la montaña?”

(Maximin, al no haber encontrado a sus maestros, que aún no se habían retirado de su trabajo, vino al mío y le contó todo lo que había visto y oído). Respondí: “Quería decírtelo, pero primero quería terminar mi trabajo”. Un momento después entré en la casa y mi ama me dijo: “Cuenta lo que viste; El pastor de Bruite (así se llamaba Pierre Selme, el maestro de Maximin) me lo contó todo.

Comienzo y como a la mitad del relato llegaron mis amos de sus campos; mi ama, que lloró al oír las quejas y amenazas de nuestra tierna Madre, dijo: “¡Ah! querías ir a recoger el trigo mañana; Cuídense, vengan y escuchen lo que le pasó hoy a este niño y al pastor de Selme”. 

Y volviéndose hacia mí, dijo: “Repite todo lo que me dijiste”. Empiezo de nuevo; y cuando hube terminado, mi maestro dijo: “Es la Santísima Virgen, o un gran santo, que ha venido del buen Dios; pero es como si el buen Dios hubiera venido en persona: debemos hacer todo lo que este santo dijo. ¿Cómo le vas a decir esto a toda su gente? 

Le respondí: “Tú me dirás cómo debo hacerlo y lo haré”. Luego añadió, mirando a su madre, a su esposa y a su hermano: “Hay que pensarlo”. Luego todos se dedicaron a sus asuntos.

Fue después de cenar. Maximino y sus maestros vinieron al mío para contarme lo que Maximino les había dicho y para saber qué había que hacer: “Porque”, dijeron, “nos parece que es la Santísima Virgen la que ha sido enviada por el buen Caballero; las palabras que Ella dijo lo hacen parecer así. Y Ella les dijo que lo pasaran a todo su pueblo; quizás sea necesario que estos niños viajen por todo el mundo para hacer saber que todos deben observar los Mandamientos del buen Dios, de lo contrario nos sobrevendrán grandes desgracias”. 

Después de un momento de silencio, mi maestro dijo, dirigiéndose a Maximin y a mí: “¿Saben lo que deben hacer, hijos míos? Mañana levántense temprano por la mañana, vayan juntos al sacerdote y cuéntenle todo lo que vieron y oyeron; cuéntale cómo te fue: él te dirá lo que tienes que hacer”.

El 20 de septiembre, el día después de la aparición, salí temprano con Maximin. Al llegar a la Curia, llamo a la puerta. El criado del sacerdote vino a abrir la puerta y preguntó qué queríamos. Le dije (en francés, yo que nunca lo había hablado):

"Nos gustaría hablar con el sacerdote". — “Queremos decirle, señorita, que ayer fuimos a cuidar nuestras vacas a la Montaña de los Baisses, y después de haber cenado, etc., etc.” Le contamos buena parte del Discurso de la Santísima Virgen. 

Entonces sonó la campana de la iglesia; era el último plano de la misa. El padre Perrin, cura de La Salette, que nos había oído, abrió de golpe su puerta: estaba llorando; se golpeó el pecho; nos dice: “Hijos míos, estamos perdidos, el buen Dios nos va a castigar. ¡Ah! ¡Dios mío, es la Santísima Virgen la que se te ha aparecido! Y salió a decir la Santa Misa. Nos miramos con Maximin y el criado; Entonces Maximin me dijo: "Voy a casa de mi padre en Corps". Y nos separamos.

Al no haber recibido orden de mis amos de retirarme inmediatamente después de hablar con el párroco, pensé que no hacía ningún daño asistiendo a Misa. 

Entonces fui a la iglesia. Comienza la misa y, después del primer evangelio, el sacerdote se dirige a la gente e intenta contar a sus feligreses la aparición que acaba de ocurrir el día anterior, en una de sus montañas, y les insta a no trabajar más en Domingo: su voz fue quebrada por los sollozos, y todo el pueblo se conmovió. 

Después de la Santa Misa, me retiré a mis maestros. El señor Peytard, que hoy sigue siendo alcalde de La Salette, vino a interrogarme sobre el hecho de la aparición; y después de comprobar la verdad de lo que le dije, salió convencido.

Continué al servicio de mis amos hasta la fiesta de Todos los Santos. Luego me pusieron interna en las Hermanas de la Providencia, en mi país, en Corps.



VI

En su atuendo, como en su persona, 

todo rezumaba la majestuosidad, 

el esplendor, la magnificencia 

de una Reina incomparable.



La Santísima Virgen era muy alta y bien proporcionada; parecía tan ligero que con un soplo lo habrían hecho moverse; sin embargo, ella estaba tranquila y bien compuesta. 

Su semblante era majestuoso, imponente, pero no imponente como los señores de este mundo. 

Ella impuso un miedo respetuoso. Al mismo tiempo que Su Majestad imponía respeto mezclado con amor, atraía a la gente hacia Ella. 

Su mirada era gentil y penetrante; sus ojos parecían hablar con los míos, pero la conversación provenía de un profundo y vivo sentimiento de amor hacia esta deslumbrante belleza que me licuaba. 

La dulzura de su mirada, su aire de incomprensible bondad le hicieron entender y sentir que se sentía atraída por ella y quería entregarse; fue una expresión de amor que no se puede expresar con la lengua de carne ni con las letras del alfabeto.

El vestido de la Santísima Virgen era blanco plateado y muy brillante; no había nada material en ello: estaba compuesto de luz y gloria, variables y centelleantes. En la tierra no se puede dar expresión ni comparación.

La Santísima Virgen era toda hermosa y enteramente formada de amor; mirándola anhelaba fundirme en ella. 

En su atuendo, como en su persona, todo rezumaba la majestuosidad, el esplendor, la magnificencia de una Reina incomparable. 

Apareció hermosa, blanca, inmaculada, cristalizada, deslumbrante, celestial, fresca, nueva como una Virgen; parecía como si la palabra Amor se escapara de sus labios puros y plateados. 

Me pareció una Madre buena, llena de bondad, bondad, amor por nosotros, compasión, misericordia.

La corona de rosas que Ella tenía en su cabeza era tan hermosa, tan brillante, que no podemos imaginarla; las rosas de diversos colores no eran de la tierra; era una colección de flores que rodeaba la cabeza de la Santísima Virgen en forma de corona; pero las rosas fueron cambiadas o reemplazadas.

Luego, del corazón de cada rosa salió una luz tan hermosa, que deleitó e hizo que las rosas fueran deslumbrantemente hermosas. 

De la corona surgían rosas como ramas de oro, y una cantidad de otras pequeñas flores mezcladas con destellos.

Todo ello formaba una diadema muy hermosa, que brillaba más que nuestro sol terrenal.

La Santísima Virgen tenía una Cruz muy bonita colgada de su cuello. 

Esta Cruz parecía dorada, digo dorada por no decir lámina de oro; porque a veces he visto objetos dorados con varios tonos de oro, que daban a mis ojos un efecto mucho más hermoso que una simple placa de oro. 

Sobre esta hermosa Cruz, todo resplandeciente de luz, estaba un Cristo, estaba Nuestro Señor, con los brazos extendidos sobre la Cruz. 

Casi en ambos extremos de la Cruz, de un lado había un martillo y del otro unas tenazas. 

Cristo era color carne natural; pero brillaba con gran fulgor y la luz que salía de todo su cuerpo parecían dardos muy brillantes, que partían mi corazón con el deseo de fundirme en él. 

A veces Cristo parecía muerto: tenía la cabeza inclinada y el cuerpo como desplomado, como si fuera a caer si no hubiera estado sujeto por los clavos que lo sujetaban a la cruz.

Sentí una profunda compasión por ello, y hubiera querido volver a hablar al mundo entero de su amor desconocido, e infiltrar en las almas de los mortales el amor más sentido y el agradecimiento más vivo hacia un Dios que no tenía necesidad de nosotros. ser lo que Él es, lo que fue y lo que siempre será; y sin embargo, ¡oh Amor incomprensible para el hombre! ¡Se hizo hombre y quiso morir, sí, morir para escribir mejor en nuestras almas y en nuestra memoria el amor loco que Él tiene por nosotros! 

Oh ! ¡Qué desgraciada soy al encontrarme tan pobre en expresión para repetir el Amor, sí, el Amor de nuestro buen Salvador por nosotros! 

Pero, por otro lado, ¡qué felices somos de poder sentir mejor aquello que no podemos expresar!

Otras veces Cristo parecía vivo; tenía la cabeza erguida, los ojos abiertos y parecía estar en la Cruz por voluntad propia. 

A veces también parecía hablar: parecía querer mostrar que estaba en la Cruz por nosotros, por amor a nosotros, para atraernos a su Amor, que siempre tiene un amor nuevo por nosotros, que su Amor a los comienzos del año 33 sigue siendo hoy y siempre lo será.

La Santísima Virgen lloró casi todo el tiempo que me habló. 

Sus lágrimas fluyeron lentamente una a una hasta sus rodillas y luego, como chispas de luz, desaparecieron. 

Eran brillantes y llenos de amor. Me hubiera gustado consolarla y que ya no llorara. 

Pero me pareció que Ella necesitaba mostrar sus lágrimas para mostrar mejor su Amor olvidado por los hombres. 

Me hubiera gustado arrojarme en sus brazos y decirle: “¡Mi buena Madre, no llores! 

Quiero amarte por todos los hombres de la tierra. Pero me pareció que Ella me decía: “¡Hay tantos que no me conocen!”.

Estaba entre la muerte y la vida, viendo de un lado tanto amor, tanto deseo de ser amado, y del otro lado tanta frialdad, tanta indiferencia... ¡Oh! ¡Madre mía, Madre toda bella y toda bondadosa, amor mío, Corazón de mi corazón!…

Las lágrimas de nuestra tierna Madre, lejos de disminuir su aire de Majestad, Reina y Señora, parecieron al contrario embellecerla, hacerla más amable, más bella, más poderosa, más llena de amor, más maternal, más bella; y me habría comido sus lágrimas, que hicieron que mi corazón saltara de compasión y amor. 

Ver llorar a una Madre y a una Madre así, sin tomar todos los medios imaginables para consolarla, para transformar su dolor en alegría, ¡es comprensible! ¡Oh Madre más que buena! Habéis sido formados con todas las prerrogativas de las que Dios es capaz; habéis agotado el poder de Dios; sois buenos y luego buenos por la bondad de Dios mismo; Dios se ha engrandecido formándote su obra maestra terrenal y celestial.

La Santísima Virgen tenía un delantal amarillo. ¿Qué estoy diciendo, amarillo? Tenía un delantal más brillante que varios soles juntos. 

No era algo material, era un compuesto de gloria, y esta gloria era resplandeciente y deslumbrantemente hermosa. 

Todo en la Santísima Virgen me llevó fuertemente, y me hizo deslizarme a adorar y amar a mi Jesús en todos los estados de su vida mortal.

La Santísima Virgen tenía dos cadenas, una un poco más ancha que la otra. 

En el más estrecho colgaba la Cruz que mencioné anteriormente. 

Estas cadenas (ya que se debe dar el nombre de cadenas) eran como rayos de gloria de gran brillo variable y centelleante.

Los zapatos (pues zapatos hay que decirlo) eran blancos, pero de un blanco brillante y plateado; había rosas alrededor. 

Estas rosas eran deslumbrantemente hermosas, y del corazón de cada rosa salía una llama de luz que era muy hermosa y muy agradable de ver. 

En los zapatos había una hebilla de oro, no oro terrenal, sino oro del Paraíso.

La visión de la Santísima Virgen era en sí misma un paraíso consumado. Tenía en Ella todo lo que podía satisfacer, porque la tierra estaba olvidada.

La Santísima Virgen estaba rodeada de dos luces. Nos alcanzó la primera luz, más cercana a la Santísima Virgen; brillaba con un resplandor muy hermoso y centelleante. 

La segunda luz se extendió un poco más alrededor de la Bella Dama, y ​​en aquella nos encontramos; estaba inmóvil (es decir, no brillaba), pero mucho más brillante que nuestro pobre sol terrenal. 

Todas estas luces no dañaban los ojos y de ninguna manera cansaban la vista.

Además de todas estas luces, de todo este esplendor, todavía había grupos o haces de luz o rayos de luz que salían del Cuerpo de la Santísima Virgen, de sus vestiduras y de todas partes.

La voz de la Bella Dama era suave; encantaba, deleitaba, hacía bien al corazón: satisfacía, allanaba todos los obstáculos, calmaba, suavizaba. Me parecía que siempre hubiera querido comer de su hermosa voz, y mi corazón parecía bailar o querer ir a su encuentro para licuarse en Ella.

Los ojos de la Santísima Virgen, nuestra tierna Madre, no pueden ser descritos por el lenguaje humano. 

Para hablar de ello haría falta un serafín; necesitaríamos más, necesitaríamos el lenguaje de Dios mismo, de este Dios que formó a la Virgen Inmaculada, Obra Maestra de Su omnipotencia.

Los ojos de la augusta María aparecieron mil y mil veces más bellos que los más codiciados brillantes, diamantes y piedras preciosas; brillaban como dos soles; eran suaves con la dulzura misma, claros como un espejo. 

En sus ojos vimos el Paraíso; ellos atrajeron hacia Ella; parecía que Ella quería dar y atraer. 

Cuanto más la miraba, más quería verla, más la veía, más la amaba y la amaba con todas mis fuerzas.

Los ojos de la bella Inmaculada eran como la puerta de Dios, desde donde se podía ver todo lo que puede embriagar el alma. 

Cuando mis ojos se encontraron con los de la Madre de Dios y los míos, sentí dentro de mí una feliz revolución de amor y protesta de amarla y derretirme de amor.

Mirándonos, nuestros ojos se hablaban a su manera, y yo lo amaba tanto que hubiera querido besarlo en medio de sus ojos, lo que ablandó mi alma, y ​​pareció atraerla y hacerla derretir. 

Sus ojos enviaron un suave temblor por todo mi ser; y tenía miedo de hacer el más mínimo movimiento que pudiera resultarle incluso un poquito desagradable.

Esta sola visión de los ojos de la más pura de las Vírgenes hubiera sido suficiente para ser el Cielo para una persona bienaventurada; hubiera bastado para llevar un alma a la plenitud de las voluntades del Altísimo entre todos los acontecimientos que suceden en el transcurso de la vida mortal; habría bastado para que esta alma realizara continuos actos de alabanza, agradecimiento, reparación y expiación. Esta sola mirada concentra el alma en Dios y la vuelve como un muerto viviente, mirando todas las cosas de la tierra, incluso las que parecen más serias, sólo como entretenimiento de niños; a ella sólo le gustaría oír acerca de Dios y lo que concierne a Su gloria.

El pecado es el único mal que Ella ve en la tierra. Moriría de dolor si Dios no la apoyara. Amén.


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CASTELLAMARE, 21 de noviembre de 1878

MARÍA DE LA CRUZ, Víctima de Jesús, nació MÉLANIE CALVAT, Pastora de La Salette.

Nihil obstat: imprimatur.

Datura Lycii ex Curia Epli muere el 15 de noviembre de 1879

Vicarius Generalis, ARCO DEL CARMELO COSMA

[1] Para comprender los términos generales de este “estilo profético”, véase la carta de Mons. Zola del 21 de mayo de 1880 al Padre Roubaud.



FUENTE : Association Maison de Mélanie Calvat





NOTA : Si gustas puedes visitar estos links relativos al tema...

- Apariciones marianas : LA SALETTE. Melanie y Maximin (19 septiembre 1846) LEÓN BLOY

LA SALETTE. SAN JUAN PABLO II (19 septiembre)

- MARÍA. VIRGEN DE LA SALETTE. FRANCIA 1846. Fiesta litúrgica 19 septiembre. (Videos)






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