Queridos hermanos,
nuestra Señora de la Salette se aparece en Francia en 1846, en una pequeña localidad llamada la La Salette - Fallavaux, en el departamento de Isére, cerca de Corps; a dos pastores Melanie y Maximin, de 15 y 11 años respectivamente.
Se podría decir que la aparición consta de tres momentos:
1) aparece una luz resplandeciente con una hermosa Señora sentada, que está llorando y con la cabeza entre las manos.
2) se levanta y les confiere el mensaje, les habla en francés y en patois (dialecto del pueblo).
3) luego a cada uno le confiere un mensaje y se va elevando y desapareciendo en el cielo.
El mensaje radica en el dolor que le produce a Dios el pecado de la humanidad (autoridades no dirigen a su pueblo hacia Dios sino que los orientan a la vida de vicios y desorden de toda índole. Incluso los consagrados a Dios viven este desorden moral. Las blasfemias abundan en la vida cotidiana, no se guarda la cuaresma y el día domingo no se alaba a Dios, saturándose de mil actividades).
Por ello nuestra Señora de la Salette nos exhorta :
1) a la PENITENCIA,
2) a la PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN,
3) a la fidelidad de vivir el DÍA DOMINGO EN ACCIÓN DE GRACIAS.
Estos dos pastorcitos, sus vidas no culminan como la de otros videntes que conocemos. No son declarados santos y transcurren sus vidas como la de cualquiera de nosotros. Pero con un añadido singular "vieron a la Virgen"!!!...
Mélanie fallece a los 73 años y Maximin a los 39 años. Mélanie está enterrada en la iglesia de la Inmaculada (Puglia- Italia) y Maximin, en el cementerio de Corps (Francia).
Son "los Santos de la puerta de al lado", - de los cuales tanto gusta hablar a Papa francisco- y también aquellos en los cuales "la gracia incógnita" se manifiesta.
León Bloy, escribe un libro muy interesante al respecto: "LA QUE LLORA". Se los recomiendo, al final les dejo el pdf.
León describe al detalle la azarosa vida de estos dos videntes, a continuación les dejo los textos, para que puedan comprender la situación existencial que atravesaron estos dos niños que se hicieron adultos después de ver a nuestra Madre.
XVI (pág. 61)
DONES PROFETICOS DE MELANIA
Después de lo que acaba de ser leído, fácil será comprender al exasperación de la multitud soberbia de los eclesiásticos, principalmente los honorables, aunque despreciadores de las exigencias de la Santidad o del Heroismo.
No habria digresión en recordar aqui la admirable fórmula del filósofo Blane de Saint-Bonnet: "El clero santo hace al pueblo virtuoso; el clero virtuoso hace al pueblo honesto; y el clero honesto hace la pueblo impío. ¿" Acaso estamos todavía en el periodo del clero honesto? Eso, que pudo ser un interrogante en 1879, ¿por qué no habría de serlo hoy? Me parece que al cabo de tantas gracias y de tantos crímenes, el collar de la maldición debe ser infinitamente más suntuoso. ¿Por qué no habríamos de hallarnos en pleno diabolismo puro? Es muy cierto, de fácil y directa observación, que la sola mención, no digo ya de la Salette, sino del Secreto de Melania, o simplemente el nombre de Melania, basta en Francia para agitar los seminarios y las sacristías, para trastornar a un buen número de nuestros obispos. Plugo a Maria servirse de una pastorcilla para espantar a poderosos pastores, como si ésta hubiera sido un coloso delante de muy tímidos lobos. Et ridebit.... Et subsannabit.
¿Es, pues, exacto que estamos maldecidos? Si sólo se tratara de una impostura más o menos fácil de demostrar, no habria lugar a tanto estruendo. Pero se ha probado hasta la saciedad, indiscutiblemente, por milagros de curas, de conversiones, de profecías, que es la Madre De Dios, la Madre de la Verdad eterna la que ha hablado por su Boca y esto es lo que no se puede soportar (1).
No bastaba hacer creer que esos pastores tan obstinados en sus testimonios y a los cuales no había medio de "sellar" los labios eran almas perdidas, mil veces indignas de la gracia inaudita que habían recibido, y que su misión, luego del Discurso público, había terminado definitivamente; era menester, sobre todo, ocultar al mismo tiempo que sus virtudes, su don sobrehumano de profecía, lo que resultaba sumamente difícil.
En marzo ed 1854 (téngase presente esta fecha) Melania anunciaba ya a los prusianos, designándolos por su nombre, y el incendio de París. Resumiendo el reinado de Napoleón III en tres palabras: Hipocresía, Ingratitud y Traición, el emperador era para ella "el hipócrita, el bribón, el ingrato, el miserable, el cínico, el traidor, el perseguidor de la Iglesia y del Papa, el que destronaba a Dios para coronar al diablo". No contenta con ese lenguaje, dedicabase a ciertos actos singularmente significativos. Sábese que en 1854 abandonó el convento de la Providencia, en Corenc, para ser enviada a Inglaterra: pero luego de su partida se advirtió que había grabado con una navaja, en al madera de su mesa, estas palabras: "PRUSIANOS 1870". Todavía en Corenc, la maestra de su clase le dio una vez un mapa de Francia para estudiar. La pobre niña rompió a llorar y tachó de un trazo al Alsacia y la Lorena. El 82 de noviembre de 1870, después de los desastres, ella escribió a su madre: "Hace veinticuatro años que yo sabía de esta guerra; veintidós años hace que dije que Napoleón era un pillo y que arruinaría nuestra pobre Francia"
En otras admirables cartas explica lo que denominaba su "Mira" (2). Tenía realmente la visión actual y universal de las cosas venideras, "y todo eso en una sola palabra que escapa de los labios de La que hace temblar el infierno, la Virgen Maria".... Yo encuentro muy difícil representar una cosa que no tiene comparación... Cuando la Santa Virgen me hablaba, yo veía realizarse lo que Ella decía; veía el mundo entero; veía el ojo del Eterno; era una escena en movimiento; veía al sangre de los que morían y la de los Mártires." "La Santa Virgen, EN UNA SOLA PALABRA, puede decir y hacer comprender lo suficiente para ser escrito durante cien años... Ella pronunciaba todas las palabras, ya del Secreto, ya de las Reglas, y yo podía adivinar o asimilar todo lo que ellas entrañaban. Se había descorrido un inmenso velo, los acontecimientos aparecían a mis ojos y a mi imaginación a medida que María hablaba, y delante mio se desarrollaban grandes espacios; veía las mutaciones de al tierra, y Dios, impasible en su gloria, contemplaba a la Virgen que se inclinaba para hablar a dos puntos." (Ella y Maximino) (3),
En 1871 escribió a Thiers, suplicándole, conjurándolo a sacar al estatua de Voltaire, cuya presencia en Paris era a sus ojos un peligro espantoso para toda Francia. Agregaba que si el gobierno no hacía observar los Mandamientos de Dios, los castigos recibidos serían nada en comparación con las sanciones venideras. Es de imaginar en qué modo habrá acogido esa carta el octogenario volatinero.
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(1) -El Evangelio, ¿está o no cerrado? preguntábame hace unos veinticinco años un famoso asuncionista, enemigo de las profecías y de las iluminaciones excepcionales.
-Menos que vos, mi querido padre, le respondí.
Esto no era muy espiritual, pero se hace lo que se puede, en última instancia.
(2) "Desde al Aparición, dice el abate Feliciano Bliard, la Pastora ha conservado siempre una vista clara y distinta de todas las partes del Secreto aún cuando este es de gran extensión y muy complejo; ella ha conservado el recuerdo fiel de todas las palabras ed la Santísima Virgen y el entendimiento de todo lo que ha oído. Al mismo tiempo que la Virgen hablaba a la pequeña Pastora, elevábase ésta a una sublime visión en la cual veía nítidamente cuanto le era dicho. Y por espacio de un cuarto de siglo nada se le ha escapado, todo ha quedado fielmente guardado en su espíritu. De ahí el conocimiento tan seguro que parece tener respecto del porvenir. En las prolongadas entrevistas quo yo he mantenido con ella me ha pasmado la lucidez, la precisión, la firmeza inconmovible de sus ideas. Volviéndola al mismo asunto, siempre la encontré igual a si misma, sin sombra de vacilación. Por lo demás, es parca en palabras, y la he hallado admirable de sencillez, de candor y de prudencia. Cuando en nuestras conversaciones yo tocaba puntos que ella no debía descubrir aún, tenía oportunidad de admirar su silencio o la habilidad con que sabía eludir toda respuesta.
(3) Nuestra Señora de la Salette y sus dos Elegidos. La correspondencia de Melania (ciento sesenta cartas) da a este libro un interés extraordinario y sobrenatural. Se tiene como la sensación de haber escalado felizmente la Montaña de los Profetas, que está "por cima del globo terrestre", según la expresión de Ana Catalina Emmerich.
XVII (pág. 64)
DONES PROFETICOS DE MAXIMINO
¿Qué hombre ha sido más vilipendiado que
Maximino? Aun aquellos que el debían todo, los pretendidos Misioneros, dejáronle perecer de miseria en su vecindad, abusaron horriblemente de su prestigio sacerdotal para deshonrar a ese pobre que los había creado, que los había vestido y alimentado, que les había dado sus montañas y su cielo, y el Paraíso en el corazón, si ellos lo hubieran querido (1). Se sabe que los verdaderos cristianos son los más desarmados de los hombres, puesto que la Caridad y la Humildad, les impiden defenderse. Melania "aventurera", Maximino "borracho" ¡epitetos inseparables! Se ha visto a peregrinos espantados del porvenir eterno de este Alejo en el reducto de la casa de su Madre.
Pero, he aquí el testimonio de Melania: "Bueno y leal Maximino!...
Yo creo que él ha sufrido mucho y siempre en silencio; en verdad me siento llena de confusión cuando veo cuán lejos estoy de su vida, enteramente sumida en Dios; si yo llegara al cielo, ni siquiera alcanzaría a sus plantas. Con frecuencia el ruego que me obtenga esa generosidad de alma que me seria tan necesaria... Mucho os agradezco la preciosa fotografía del buen Maximino; lo he reconocido en sus ojos cándidos e inocentes. Pienso siempre en él y en todo lo que ha sufrido con paciencia extraordinaria, con ese gran espíritu de fe que le hacía ver a Dios en todos los instrumentos de Dios, en las personas que le hacían padecer..". Virginitate clara floruit, se dijo en sus funerales. No tiene necesidad de De Profundis sobre su tumba; cantemos el Gloria Patri, y el Te Deum le procurará un acrecentamiento de gloria en el cielo donde habita." Tam- bién éstas son palabras de Melania.
El mismo Maximino, con mucha anticipación, también había visto el peligro prusiano: "La Italia unida, escribía en 1866, es la enemiga de Francia, como el veneno es el enemigo del hombre. Todos los franceses que tienen sangre en las venas, deberían acudir en auxilio de Roma, y abatir la unificación italiana como se destruye un áspid. Los prusianos, cuya única afinidad con los italianos es su odio contra al religión de Nuestro Señor Jesucristo, se unirán a su vez, un día, para castigarnos por nuestra infidelidad hacia nuestro derecho de primogenitura en la defensa y protección, entera y universalmente, de la Religión y del Papado... Mucho me temo que nuestro afecto por Italia y nuestras complacencias con Prusia se vuelvan contra nosotros, y un día no lejano."
El 29 de julio de 1851, Maximino había dicho a un personaje absolutamente digno de fe, M. Dausse, ingeniero de Grenoble que ha dejado curiosos Recuerdos: "Cuando Paris esté ardiendo habrá en torno cuatro reyes", lo que se ha cumplido al pie de la letra. (Los reyes de Prusia, de Baviera, de Wurtemberg y de Sajonia). El nombrado ingeniero cuenta asimismo que en 1854, antes de la guerra de Crimea, M. Michal, cura de Corente, afirmaba en presencia de Maximino que el Emperador, en una reunión diplomática de las Tullerías, había descendido de su trono para estrechar al mano al Embajador de Rusia, a raíz de lo cual, como es natural, se hizo carne en al opinión que no habría guerra con esta potencia. "Entonces, prosigue el narrador, Maximino puesto delante suyo, los brazos en cruz, responde categóricamente: —¿Sí? ¡Pues yo el digo a usted que habrá guerra con Rusia!...
Otro caos más asombroso. Halándose Maximino en la montaña, el 18 ó 19 de setiembre de 1870, hablóse de la predicción de Melania: París será incendiado. Uno de los asistentes dio al momento la explicación natural: "Será por obra de los prusianos" -No, no, replicó Maximino, Paris no será incendiado por aquéllos, sino por su CANALLA.
El 4 de diciembre ed 1868, Maximino era recibido en el arzobispado de Paris, donde quiso verlo Monseñor Darboy, tan admirablemente domesticado, como es sabido, por el Emperador. La entrevista, narrada por Maximino, fue larga. Su Grandeza, que sin duda esperó constreñir al pastor a develar su secreto, habló en un tono como para escandalizar a su interlocutor, que había sido guardia pontificio, acusando a al Santa Virgen de exagerar las consideraciones que se deben al Papado y de no haber hecho más que profecías al azar.
-"¡'También yo podría hacer profecías de esa clase!", atrevióse a decir ese arzobispo. Y por fin, exasperándose hasta la blasfemia: "-En suma ¿qué es un discurso como el de vuestra pretendida Bella Señora? Es tan poco francés como falto de sentido común. Es un estúpido discurso. Y el Secreto no puede ser mejor...¡No!; yo, arzobispo de Paris, no puedo autorizar una devoción semejante!"
Maximino, humillado por ese príncipe de la Iglesia, que a tal punto perdía la cabeza en su presencia, quiso que Nuestra Señora de la Salette tuviera la última palabra. "Monseñor, respondió con firmeza, tan cierto es que la Santa Virgen se me apareció en la Salette, y que me habló, como es exacto que en 1871 vos seréis fusilado por la turba." Asegúrase que tres años más tarde, en la Roquette, el prelado, prisionero, respondió a los que trataban de salvarlo:
—"Será initil: Maximino me ha dicho que yo seria fusilado."
El célebre abogado de la Salette Amadeo Nicolas relata este hecho, del que fuera testigo en la Montaña en agosto de 1871: "Un sabio profesor de teología y su amigo, cura en una gran ciudad, habían llegado a la Salette con una docena de objeciones preparadas y estudiadas de antemano, con el fin de proponérselas a Maximino cuando éste dejara su tienda, para ir, a pedido de los peregrinos (que le preferían a los misioneros), a hacer el relato del Milagro.
Así que Maximino hubo terminado, el profesor propuso la primera objeción. Maximino limitó a decir: "Pasad a la segunda". Y así hasta llegar a la quinta, a la que respondió con algunas palabras. Estas palabras bastaron para deshacer todas sal anteriores objeciones, así como para invalidar las siete restantes. A lo cual, el profesor y el cura nos dijeron, pues nos hallábamos a su lado: "Este joven no se aparta de su misión; hoy, como en el primer momento, está asistido por la Santa Virgen; esto es evidente para nosotros. Ni el más sabio de los teólogos del mundo hubiera sido capaz de semejante esfuerzo. Decididamente, todo esto es sobrehumano. Nos ha probado el Milagro en forma que no hubieran podido hacerlo las más fuertes demostraciones (2)."
La vida de Maximino ha sido de las más accidentadas. Después de haber pasado algunos años en un seminario, fue soldado, y luego estudiante de medicina. Pero en todo fracasó y vióse reducido a servir a obreros para poder ganarse el sustento.
Hallándose en Paris, en la más completa desnudez, empeñó una de sus prendas en el Monte de Piedad. Un día, falto del último recurso, sin tener nada para comer, entra en San Sulpicio y se pone de rodillas ante el altar de la Santa Virgen. "Yo tengo hambre, mi buena Madre; ¿me dejaréis morir de hambre? Y sin embargo, todo lo que me habéis mandado hacer, lo he hecho. He difundido por todo vuestro pueblo las graves y solemnes advertencias que vinisteis a traer. Poco me falta ya para sucumbir de inanición. Si vos no queréis sacarme de la miseria en que estoy, he de dirigirme a vuestro esposo San José, que tendrá piedad de mi."
Debilitado por un ayuno prolongado, terminó por desvanecerse. Un desconocido lo despierta invitándole a seguirle a un restaurante, donde el hace servir una abundante comida. Cuando Maximino queda satisfecho, el desconocido paga la consumición y le dice que vaya al Monte de Piedad a rescatar al prenda pignorada. Agrega que en un bolsillo de esa ropa encontrará un billete de banco que lo pondrá al amparo de la miseria. Apunto desapareció. Nunca supo Maximino quién era ese hombre. ¿Cómo supo ese desconocido que él había empeñado al ropa en el Monte de Piedad? ¿Cómo sabía que en el bolsillo de esa prenda había un dinero que aseguraba su porvenir? No pudiéndose explicar naturalmente una cosa tan extraordinaria, siempre creyó que el desconocido era San José.
Dócilmente Maximino vase hasta el Monte de Piedad, y en efecto, halla en un bolsillo de su ropa un testamento que una persona caritativa había hecho en su favor. Por ese testamento se le brindaba la oferta de ser recibido por una familia, y se le dejaba quince mil francos para subvenir a sus necesidades. ¿Cómo se hallaba en el bolsillo de su traje ese testamento? No lo ha sabido nunca. Pero, ¿cuál era el valor real de ese documento? Maximino lo presentó a un notario, el que lo juzgó formal e hizo los trámites necesarios. Entregósele, pues, al cantidad de quince mil francos, con los cuales inició un negocio de hacienda, en el que se arruinó (3). Su misión exigía que viviera y muriera en la indigencia. ¡Cuántas otras anécdotas similares!
Desde aquí oigo el coro de las voces sacristinas: "¡La santidad de Melania y de Maximino, y su estado de profetas! ¡Pero, señor mio, esto da en tierra con todas nuestras ideas! ¡No se nos hará creer que tantos buenos cristianos, tantos venerables pastores, durante tantos años no hayan sabido nada, y que se haya podido establecer una leyenda opuesta! Esta suposición es absurda." Esto trae a mi mente la buena respuesta del viajante de comercio a quien se hablaba del Palacio de los Papas en Avignon: ¡"Qué cosa más chusca! ¡Si hubiera habido papas en Avignon, se sabría!" ¡Ah! sin duda alguna. Algo de esto se sabe, pero se regla sin excepción que, para saber, es menester instruirse con el candor de un niño y la humilde voluntad de esos otros pastores a quienes los ángeles de la Natividad prometieron antaño "paz en la tierra"."Invenietis in- fantes, pannis involutos et positos in praesepio (4),"
La ignorancia, culpable o no, del hecho más trascendental de la historia moderna y de su inmediata consecuencia, esto es, la santidad de los dos Testigos, no impedirá a éstos continuar su misión desde el fondo de sus tumbas, que quizás llegue el día en que al Iglesia llame milagrosas. Defuncti adhuc loquuntur. Esta ignorancia monstruosa en todos los casos, no será óbice a la esperanza de algunas almas ni a los centenares de millones de brazos torcidos por la desesperación, en la hora señalada.
Se recuerda que el Secreto de Melania fué publicado en 1879, con el imprimatur de Monseñor Zola, obispo de Lecce. Esta fórmula latina, significativa, para la santa niña, de tantas amarguras, tribulaciones y luchas, fijóse en su memoria, extraña y profundamente.
"¡Puesto que no se quiere el Mensaje, remedio de nuestros males, la divina Justicia vengará la ingratitud de los hombres y dará el IMPRIMATUR a los azotes anunciados por al Reina de los Angeles!" Así se expresaba la Pastora de la Salette, el 23 de mayo de 1904.
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(1) El antiguo alcalde ed Corps, señor Barbe, tiene en su poder un billete de 200 francos (creo), que Maximino había tomado en los Misioneros para no morir de hambre. Lo rescató después de la muerte de Maximino, pagándolo a fin de tener en prueba de 1a dureza y la avaricia de aquéllos. M. Barbe, a quien yo escribiera inútilmente para tener una fotografía de ese documento, ¿vive todavía?
(2) Defensa y explicación del Secreto de Melania. Nimes, año 1881.(3) Melania. Pastora de la Salette y el Cardenal Perraud, Paris. Chamuel, 1898.
(4) Pido perdón por la libertad que al parecer me tomo con el texto de San Lucas, pero se me hace imposible no evocar la Natividad cuando pienso en los dos sublimes pobres niños sobre su Montaña.
FUENTE :
- León Bloy. LA QUE LLORA. (Nuestra Señora de la Salette). Buenos Aires 1947. Pg. 61-68. PDF
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- LA SALETTE. SAN JUAN PABLO II (19 septiembre)
- Nuestra Señora de la Salette. MENSAJE (19 septiembre 1846
- MARÍA. VIRGEN DE LA SALETTE. FRANCIA 1846. Fiesta litúrgica 19 septiembre. (Videos)
SAN JOSÉ, Custodio de la Sagrada Familia,
protege a nuestra santa madre la Iglesia...
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